viernes, 27 de noviembre de 2009

HUERTO EN MARRAKECH

¿Te acuerdas de aquel sur en el rojo verano?

Entré en la breve noche para gozar tu huerto:
rincón de madreselva,
dos pequeños naranjos,
y aquel jazmín tan negro de tanto olor, rodando
la falda del ciprés que sube al cielo.

Bañó el árbol la luna, y se mojó mi boca.
Y qué cansados luego las aguas y las rosas,
el ciprés, los naranjos, el ladrón de aquel huerto.
Y todo fue furtivo:
el alba, luego el sueño.


Francisco Brines

sábado, 21 de noviembre de 2009

Mi amiga 2000

Ya comenté, hace tiempo, en una entrada anterior, no recuerdo bien cual, mi extrañeza ante el hecho de que siempre destaquemos de manera especial aquellas efemérides que se celebran ante la llegada de un aniversario en números redondos. Celebramos las bodas de plata y oro a los 25 ó 50 años de haber contraído matrimonio, los centenarios de los nacimientos o muertes de los famosos, o de los clubes de fútbol, y análogamente todo aquello a lo que podamos hacer una sencilla descomposición factorial en múltiplos de 5 ó 10. Así en números redondos se consigue un disco de oro o platino o agrupamos las divisas de los países.

A nadie se le ocurre hacer la moneda de 3,55, dar un premio por el 37 aniversario de algo o celebrar el quincuagésimo sexto aniversario del club de fútbol.

Yo suelo ser reacio a este tipo de agrupamientos redondeados y brillantemente pulidos y prefiero celebrar números con otro significado como el 1931 o el 1973.

Sin embargo en los últimos días me puse una meta redonda que era alcanzar el amigo o amiga 2000 en el facebook. No es que conozca a mis 2000 contactos de esta red social pero, unas veces como elemento de trabajo, otras como válvula de escape para intercambiar experiencias con conocidos o desconocidos, o como estudio sociológico para conocer la interrelación que puedan mantener personas que nunca considerarías que pudieran coincidir en el mundo, he ido aumentando mi número de "amigos" hasta llegar a esa cantidad.

El otro día, al ver que rondaba los 1950 contactos me puse como meta alcanzar antes del fin de semana los 2000 y empecé a aceptar sugerencias y enviarlas a diestro y siniestro, y esta mañana, al despertar, me he encontrado una solicitud que ni yo había enviado ni nadie me había sugerido. La he aceptado y, curiosamente, era la que completaba el reto planteado.

Ese mismo contacto me había mandado un mensaje quehe abierto después de aceptar la amistad y comprobar que era el número 2000. El mensaje decía, "Soy Vero, la hija de Ana y Andrés, no sabía que estuvieras por aquí".

Casualmente mi contacto 2000 es el número 1 de toda la lista de contactos ya que fue la primera persona a la que conocí de cuantos ahora ocupan esa larga lista de "amigos" de facebook. A Verónica la conozco hace más de 30 años y hace 25 que no la veo. La semana pasada tuve la oportunidad de reencontrarme con sus padres y hermana tras cinco lustros sin habernos visto en persona y hoy ella viene a ocupar ese redondo puesto 2000 entre mis contactos de facebook.

¿Casualidad?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Para ti



¿Bailas conmigo?

Quiero que me sostengas mientras caigo.
Quiero moverme al compás de tus pies.
Quiero que me encierres en tus brazos,
mientras piso tus huellas,
mientras respiro tu aliento,
mientras nuestras siluetas se dibujan a lo lejos,
juntas en la luna.

Que cante para nosotros, suave, la cigarra ,
que ilumine la pista de baile una luciérnaga,
que pisen nuestros pies la fresca hierba,
y se encuentren desnudos,
en un tropiezo fortuito.

Quiero sentir en mi mano el calor de la tuya,
mientras la otra surca tu espalda,
estrechando nuestros cuerpos.
Que mi sexo busque tu sexo.

Quiero dejarme llevar por la dulce melodía,
por la canción que marca mi vida,
por este estúpido compás
de dos por dos, que late por ti.

Quiero que tú marques el ritmo,
de mi baile, de mi vida.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La alegría de hacer llorar

Seguro que les he hecho llorar más veces de tristeza que de felicidad. Aunque quiero considerarme un buen hijo no me siento orgulloso de todas mis acciones en esta vida y, por mi culpa, mis padres han malgastado muchas lágrimas de aflicción que hoy me gustaría poder recompensar. No es fácil. No es cuestión de un gesto penitente ni de un efímero acto de contrición. Es dedicar toda una vida a agradecer lo que ellos han hecho por mí, por nosotros, y reconocer ese enorme sacrificio que han hecho para enseñarnos a vivir.

Sin embargo las lágrimas de ayer fueron de alegría y conmoción. De reencuentros inesperados. De 25 años de espera para un abrazo emocionado. De cientos de anécdotas que se atropellaban. De miles de experiencias compartidas, de vidas comunes que ayer se reencontraron.

Ayer sus lágrimas me hicieron feliz. Porque ellos lo eran. Ayer me sentí especialmente orgulloso de mi familia. De mis hermanos y mis cuñadas. De la ilusión depositada en un día de cuento de hadas, que hoy se plegará en el baúl de los recuerdos, pero dejará en nuestros corazones la alegría de haber devuelto su valor a la amistad, a la familia.

Fue un pequeño homenaje. Sentido, ilusionado. Seguramente merezcan uno cada día. Por su entrega, por su sacrificio, y se lo haremos con esos pequeños gestos, esos detalles, que puedan hacerles sentir lo muy agradecidos que estamos por su tesón.

Pero ayer era especial y, por una vez, me sentí orgulloso de hacer llorar a mis padres.


miércoles, 11 de noviembre de 2009

El efecto mariposa

"Es el efecto mariposa", me explicó el doctor. "En un sistema caótico, como el tuyo", me explicó, "cualquier variación puede provocar que evolucione de la forma más impredecible. Cualquier pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande."

No lo entendí en principio. Aquellos sudores fríos, aquellas taquicardias aceleradas e incluso las alteraciones gástricas que sufría no podían estar provocadas por un patógeno externo. Estaba enfermo. Lo sabía. Y aquel virus que me afectaba iba a acabar conmigo.

Apenas dormía. En toda la semana había contabilizado un máximo de 15 horas de sueño. De lunes a domingo. Poco más de una media de 2 horas diaras. No comía. Tan sólo lo necesario para mantenerme en pie. Incluso en alguna ocasión había sentido como mis piernas flaqueaban y siquiera podían soportar el peso de mi cuerpo, visiblemente debilitado y fútil.

Pedí que me hicieran pruebas. Unos análisis, unas radiografías, un escaner, un TAC... no sabía, algo que detectara aquel mal que me aquejaba. Que sirviera para prescribir aquella enfermedad desconocida.

"El efecto mariposa", aquellas palabras golpeaban mi mente. Busqué la enciclopedia médica de mi madre, consulté a varios amigos médicos y ninguno me supo decir qué clase de diagnóstico era aquel.

Entonces la vi y lo supe. Tan sólo un parpadeo suyo hacía que se estremeciera todo mi cuerpo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Un chusco de pan

Cada vez que veo esta foto de las navidades de 1978 (creo recordar) me pregunto qué hacen en el portal de Belén tres pistoleros, un payaso, un tuno, un marinero o tres sevillanas, pero no es el caso de este cuento.... Yo soy el pastor con sombrero ruso que está abajo a la derecha.


Corría el año 78 y estabamos celebrando la fiesta de Navidad, justo antes de las vacaciones. Habíamos montado un belén viviente. La señorita Bibi nos pidió que fueramos disfrazados para interpretar la escena del nacimiento y que llevaramos al niño algo para comer. Yo me enfundé mi jubón de lana, mi camisa de cuadros, mis botas Katiuscas* y cargué mi zurrón con un chusco de pan y una naranja confiado en que el niño pudiera degustarlos pese a su corta edad.

Durante toda la clase estuve rondando el portal, dónde el niño dormía plácidamente al cuidado de los improvisados María y José. Sonó el timbre y yo me fui quedando rezagado sin salir de clase. La profesora se mostró preocupada e incluso mi madre, intranquila, entró hasta el aula para ver por qué no salía. Yo me negaba a irme, pero tampoco daba explicaciones. En silencio miraba al niño esperando que despertara. Mi madre pronto comprendió la situación y me dijo que dejara a sus pies mis ofrendas.

Tiempo después supe que se trataba de un muñeco y que mis obsequios acabarían con toda seguridad en una papelera. Sin embargo hoy sigo guardando con ilusión mis pábulos en mi ajado zurrón, a sabiendas de que nunca alimentarán la boca para quién los guardé con cariño.


*Katiuscas: botas de goma para el agua.

Etimología:
En 1931 el compositor español Pablo Sorzábal (1897-1988) estrenó una zarzuela llamada Katiuska.
La protagonista de esta zarzuela llevaba unas botas altas.
De ahí el nombre de estas botas. Katiuska es un diminutivo cariñoso del nombre ruso Katia, o sea,
"querida pequeña Katia".
Katia es una abreviación de Ecaterina, equivalente a Catalina en españ
ol.
Ecaterina deriva de la palabra griega Katarios = limpio, puro).

lunes, 2 de noviembre de 2009

El armario


Hoy he decidido ordenar mi armario. Hace unos días la barra que soportaba la ropa con la que había cubierto mis fríos y pudores el último año se había desvencijado. No pudo tolerar el peso. De tanto cargarla terminó venciendo uno de los encajes sobre los que se sostenía, cayendo desordenada por media habitación.

Parte dentro, parte fuera del armario, se mezclaban ropajes de distinto color y textura sin orden ni arbitrio. Allí estaban los alegres tintes de los días de felicidad, junto a los tristes trajes con que de vez en cuando he de disfrazarme para algún evento especial, de colores austeros y apagados.

Saqué toda la ropa del armario, doblando cuidadosamente cada recuerdo para ponerlo con delicadeza y nostalgia sobre la cama, y desatornillé y tiré el anclaje dañado. He puesto uno nuevo, distinto al compañero que soporta el peso al otro lado. Más fuerte y resistente pero más estrecho, apenas se ahorma a la barra de la que de nuevo penden mis ropas. Confío en que con el tiempo y el peso termine cediendo y ajustándose a su nueva realidad.

He aprovechado para cambiar el orden y tipo de ropa. En un cajón he depositado las sutiles prendas de verano y he dejado a mano las fuerzas necesarias para el rigor del invierno. Las lluvias de ayer, y un escalofrío esta madrugada, me han sugerido que pronto entrarán los fríos. Mi cada vez más debilitado corazón agradecerá el calor artificial de estos recios ornatos. Con dolor he ido guardando, quizás para el estío que viene, o quizás para siempre, camisas y camisetas sobre las que se fijaba un olor o un recuerdo para cambiarlas por crudos jubones asépticos de sentimientos.

Mi armario hoy es gris y gélido, pero el sol sigue riéndose de mi al colarse por mi ventana.

Hoy

Hoy que el viento arrecia y eriza mi piel,
y no tus caricias.
Hoy que el sol se esconde detrás de una nube y filtra un rayo,
que no es tu mirada.
Hoy que el aire golpea mis tímpanos y los ensordece,
y no tus palabras
Hoy que la humedad se clava en mis huesos y los entumece,
y no son tus lágrimas
Hoy que busco el calor entre mis mantas vacías,
y no entre tus brazos
Hoy me siento solo, desvalido, yerto,
y no contigo.