Pues sí, queridos lectores, como muchos habréis evidenciado por mi última entrada y otros habréis comprobado en persona en los últimos días me encuentro cojito.
Un pequeño lance con mi moto, la rampa de bajada a la cochera, la lluvia y mi clara impericia al manillar, me obligó a tirarme del vehículo en cuestión, (que para chulo yo no me caigo sino que me tiro), y dar con mis humildes, y por lo que veo sensibles, huesos y músculos en la tierra.
Por lo que veis, y tanquilidad de cuantos os hayáis preocupado, o preocupación de cuantos se hayan alegrado, no ha sido nada. Tan solo un importante hematoma, que ante mi falta de fe, ha vestido de nazareno mi pierna, por aquello de si a falta de cura, (4 misas en menos de un mes por las fiestas de los barrios), toma cardenal.
Sin embargo dos días de inmovilidad, contrariado por faltar a citas que me imaginaba únicas, me han servido para filosofar, supongo que más movido por el exceso de calmantes que por el de neuronas destinadas a tal fin, llegando a la conclusión descartiana, con su autorización por el juego de palabras, de "cojito" ergo sum. (Vamos si Descartes se lo copió a Agustín de Hipona no creo que ahora le moleste que yo se lo plagie con ligeras variaciones)
Pues sí, "cojito" luego existo, que sería una libre traducción del plagio realizado. Porque aunque el incidente me haya arrastrado renqueante por Plasencia y sus alrededores no he dejado de existir, manque le pese a muchos que ni siquiera se han preocupado en preguntar por mi salud, aún a sabiendas de que dicha impertinencia me había privado de asistir a eventos que conformaban gran parte de mis sueños.
A aquellos que piensen que mi cojera se debe a haberme arrancado antes de tiempo de un bancal de tierra al margen del camino, como si del amanece que no es poco de Cuerda procediera, he de decirles que no, que si de algo presumo es de mi formación completa y, aunque no a gusto de todos, sí mi propio cultivo con sus cuidados injertos.
Un pequeño lance con mi moto, la rampa de bajada a la cochera, la lluvia y mi clara impericia al manillar, me obligó a tirarme del vehículo en cuestión, (que para chulo yo no me caigo sino que me tiro), y dar con mis humildes, y por lo que veo sensibles, huesos y músculos en la tierra.
Por lo que veis, y tanquilidad de cuantos os hayáis preocupado, o preocupación de cuantos se hayan alegrado, no ha sido nada. Tan solo un importante hematoma, que ante mi falta de fe, ha vestido de nazareno mi pierna, por aquello de si a falta de cura, (4 misas en menos de un mes por las fiestas de los barrios), toma cardenal.
Sin embargo dos días de inmovilidad, contrariado por faltar a citas que me imaginaba únicas, me han servido para filosofar, supongo que más movido por el exceso de calmantes que por el de neuronas destinadas a tal fin, llegando a la conclusión descartiana, con su autorización por el juego de palabras, de "cojito" ergo sum. (Vamos si Descartes se lo copió a Agustín de Hipona no creo que ahora le moleste que yo se lo plagie con ligeras variaciones)
Pues sí, "cojito" luego existo, que sería una libre traducción del plagio realizado. Porque aunque el incidente me haya arrastrado renqueante por Plasencia y sus alrededores no he dejado de existir, manque le pese a muchos que ni siquiera se han preocupado en preguntar por mi salud, aún a sabiendas de que dicha impertinencia me había privado de asistir a eventos que conformaban gran parte de mis sueños.
A aquellos que piensen que mi cojera se debe a haberme arrancado antes de tiempo de un bancal de tierra al margen del camino, como si del amanece que no es poco de Cuerda procediera, he de decirles que no, que si de algo presumo es de mi formación completa y, aunque no a gusto de todos, sí mi propio cultivo con sus cuidados injertos.
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