lunes, 8 de marzo de 2010
Siempre es otoño
Las desnudas ramas del almendro me devuelven
a la realidad de un confuso otoño,
disfrazado de primavera,
en la que buscan su blanca flor.
Perecí a la ilusión del cerezo,
blanco de nieve,
presagio de un inminente invierno
que heló mi esperanza.
Es otoño.
Creí por momentos ver en flor el almendro y el cerezo,
pero era el lecho canoso de este solsticio de diciembre,
que engañaba a mi corazón.
Mis ilusiones se vieron reflejadas en sus rígidas varas,
que aguantaban a la intemperie el rigor de la helada,
penitentes,
por haber soportado la belleza de una primavera que pasó,
y que regaló sus frutos a unos labios que no eran los míos.
Pasó su tiempo, como el mío.
Pasó el verano y siempre es otoño.
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1 comentario:
Me encantan los otoños, odio el verano... Un abrazo
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