Hacía frío y llovía. Decidí esperarte en la calle aunque no me habías asegurado si vendrías. Mis labios amoratados titilaban dejando escapar un ligero castañeteo que acompasaba los leves espasmos de mi cuerpo arrecido. Un manto gris impedía al sol obsequiarme con aquellos rayos que un día habían iluminado nuestros paseos.
Pensé que como siempre, un claro se abriría cuando llegaras, pero sin embargo negros nubarrones se fueron cerrando sobre mi cabeza, mientras la lluvia arreciaba sobre mi cuerpo, que iba estremeciéndose en un guiñapo cada vez más constricto en fetal disposición.
Apenas si podía abrir los ojos, empapados entre el fragor de la lluvia y el salobre gusto de unas lágrimas que predecían tu ausencia.
Mi vieja y raída capa comenzó a pesar, no sé si tanto por el agua acumulada como por el frío reumático que castigaba mis ajados huesos.
Mi cuerpo siguió empequeñeciendo, con mi cabeza cubierta por mis brazos que se cerraban en espiral sobre mi regazo. Ese sobre el que tantas veces te habías dormido.
De pronto una luz me indicó que llegabas. Abrí los ojos y desperté boca abajo. Lloré amargamente aquel frío despertar de mi agónico perecer. Todo era calor y luz.
Acababa de nacer y ya te había soñado.
Pensé que como siempre, un claro se abriría cuando llegaras, pero sin embargo negros nubarrones se fueron cerrando sobre mi cabeza, mientras la lluvia arreciaba sobre mi cuerpo, que iba estremeciéndose en un guiñapo cada vez más constricto en fetal disposición.
Apenas si podía abrir los ojos, empapados entre el fragor de la lluvia y el salobre gusto de unas lágrimas que predecían tu ausencia.
Mi vieja y raída capa comenzó a pesar, no sé si tanto por el agua acumulada como por el frío reumático que castigaba mis ajados huesos.
Mi cuerpo siguió empequeñeciendo, con mi cabeza cubierta por mis brazos que se cerraban en espiral sobre mi regazo. Ese sobre el que tantas veces te habías dormido.
De pronto una luz me indicó que llegabas. Abrí los ojos y desperté boca abajo. Lloré amargamente aquel frío despertar de mi agónico perecer. Todo era calor y luz.
Acababa de nacer y ya te había soñado.
4 comentarios:
Sabes....que a veces los sueños se hacen realidad? !!!!!! ??????
CuKy
que bonito es,sigue escribiendo asi,nos gusta lo que escribes.
Has visto como el frío y la lluvia son necesarios aunque no te gusten? a parte de para que salgan setas, a los árboles se les caiga la hoja, las flores salgan en primavera...., son necesarios para que puedas escribir cosas tan preciosas como esta.
Cuky: de momento mis sueños siguen siendo sueños y mi realidad, a veces una siesta de la que no quiero despertar, otras una eterna vigilia que no me deja soñar.
Hermano (y por el plural supongo que cuñada): Gracias
Anónima: Desde que te conozco me gustan más el frío y la lluvia, pero no son los instigadores de mis escritos. El frío y la lluvia llevan acompañándome 35 años y ha sido necesario que alguien me descubra sus virtudes para que me inspiren estas palabras.
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