viernes, 23 de enero de 2009

La danza de la mariposa muerta (Capítulo V)

Capítulo V
Víctor Hugo

Cerró el libro de inmediato. Un frío sudor corría por su frente. Intentó apurar el café pero se había quedado helado y amargaba como la hiel. Se dio cuenta de que ni siquiera le había echado azúcar, pero aún así aquel era el sabor más amargo que había probado. Quizás ácido. Comprobó que en su boca se mezclaban el sabor de aquel horrible café y la salinidad alcalina de sus lágrimas. ¿Por qué lloraba?

La carta no era triste. Era amarga, como el café, ácida como las lágrimas, lacerante, hiriente, pero no triste. Además, “¿qué cojones?”, pensó, “si no conozco a la dichosa Natalia López…”

Volvió párrafo a párrafo la carta en sentido inverso. Buscándole un significado. Era tan solo un testamento vital, pero el de una suicida que quizás en aquel momento estuviera esperando que él llegase a su velatorio a imponer aquella última voluntad.

Pero, ¿por qué él?. Si había otros 49 libros repartidos, y por lo que podía entender por el texto, algunos entre sus allegados, ¿por qué iba él a mover un solo ápice para hacer cumplir aquellos deseos? ¿Cómo iba a localizar a alguien que no sabía si ya había muerto, si lo haría en las próximas horas o si ni siquiera existía?

Se sentía culpable. Debía seguir leyendo inmediatamente para intentar encontrar a la autora de aquel dantesco libro. Miró la hora en su teléfono móvil. Apenas le quedaban 2 horas para llegar al pabellón desde el que debía retransmitir el partido de baloncesto que le había llevado hasta la ciudad condal.

Dejó el precio exacto del menú sobre la mesa y salió corriendo sin despedirse, mientras un tímido “Adeu” se perdía en su espalda. Desorientado buscó el primer metro conocido. Creía que había alguno en Portal del Ángel pero regresó hasta Plaza Cataluña por seguridad. Cogió la línea verde. Tan solo eran 4 paradas hasta Vallcarca, desde dónde su amigo Mario le llevaría al partido en Cornellá.

Pretendía seguir su lectura en el metro, pero por temor a no poder parar prefirió releer el prólogo.

He sido feliz, muchas veces, pero las más me ha tocado sufrir, no sé si por merecimiento propio, si por condena de una vida anterior, (ya reclamaré en la siguiente si es así), o por incomprensión o desmerecimiento de cuántos me rodeaban.

Curiosa síntesis de una vida. Reconocía haber conocido la felicidad pero se lamentaba de un sufrimiento casi permanente. Ironizaba sobre la reencarnación y dudaba. Sobre todo dudaba. ¿Ser o no ser?. ¿El ying o el yang?. ¿víctima o verdugo? ¿culpable o inocente?
¿Quién es culpable de un suicidio? – pensó – ¿El suicida o la situación que lo induce.? ¿Es una decisión propia o una decisión forzada? Y… ¿quién es la víctima? ¿La desgraciada Natalia Pérez o todas esas personas que quedan con un sentimiento de culpabilidad, de soledad?

He decidido morir por mi cuenta. Igual que me ha tocado vivir sola y luchar con autosuficiencia quiero poder elegir el momento en que esta agonía termine.

¿Tenemos realmente ese poder en la mano, ese derecho a elegir?¿Quién si no nos lo niega? Si tenemos derecho a vivir, ¿por qué no tenerlo a morir?

Se sentía mal. Estaba dándole la razón a una suicida. Siempre se había sentido vitalista y tremendamente optimista, y sin embargo tan solo cuatro páginas le habían hecho dudar. Hizo un esfuerzo vano de autoconvicción. “La vida es hermosa” – se repitió – “Hasta de lo malo sacamos buenas experiencias” – Intentó justificarse.

No quiero celebraciones multitudinarias. Puedo resultar engreída, pero por mi estatus quiero creer que a mi óbito acudirán numerosas personas, unas para despedirse y otras para comprobar que realmente he fallecido. En igual número o parecido.

¡Sí! Resultaba engreída. ¡Insultantemente engreída y presuntuosa! ¿Quién se había creído que era…? ¿Quién era…? Se mostraba tremendamente irritado, enfadado con ella. ¿Cuánta gente acudiría a mi entierro? Pensó… cien, ciento cincuenta personas… ¿qué más daba? “Yo no iré al de ninguno de ellos”, ironizó. Pero, ¿cómo podía alguien guardar tal resentimiento como para pensar que acudirían a su entierro a comprobar su fallecimiento?

Me gustaría no soportar una celebración eucarística. Si ya es duro hacerlo viva no puedo imaginar cómo será tumbada en un ataúd sin poder distraer la mirada escrutando los paquetes de los asistentes.

Quisiera descartar los ritos eclesiásticos, pero quiero reservar a mi abuela su derecho a despedir a su nieta en cristiana sepultura, para que al menos su alma descanse, si bien la mía, en caso de haber estado tantos años equivocada, estará ya condenada al fuego eterno.

Sin palabras. Mostraba una falta de respeto absoluta a la eucaristía pero a la vez una sensibilidad exquisita para con las creencias de su abuela. Y dudaba, como Víctor Hugo al final de sus días se aferraba a la idea de haber podido estar equivocada toda la vida. ¿por qué volvía ahora la referencia de Víctor Hugo a su mente?

- Proxima estacio Vallcarca

La voz metálica del altavoz le sacó de su ensimismamiento, cerró el libro y con la cabeza gacha, abatido bajó del metro y se dirigió a casa de su amigo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Más!!!!

Maravilloso:

-Sí! Resultaba engreída. ¡Insultantemente engreída y presuntuosa! ¿Quién se había creído que era…? ¿Quién era…? Se mostraba tremendamente irritado, enfadado con ella. ¿Cuánta gente acudiría a mi entierro? Pensó… cien, ciento cincuenta personas… ¿qué más daba? “Yo no iré al de ninguno de ellos”, ironizó.

Satine dijo...

te prometo que en cuánto disponga de tiempo (mañana espero)...me leo tu relato...no he podido hacerlo...voy fatal de tiempo...y ando liadisima...pero no quiero perder la oportunidad para saludarte que esta mañana apenas he tenido oportunidad....

besisssss

pd: no tengo tatuajes en mi cuerpo...cicatrices muchas, en cuerpo y alma....

Juan Carlos dijo...

Helena (Cuky):

Me alegro de que te siga gustando. Temía que el capítulo 5 al no tener tanto suspense perdiera en intensidad.

Besos

Lidia:

Si quieres leerlo con más comodidad lo tienes en word para bajar en la columna de la derecha donde pone cuentos en word o pdf. Actualizado hasta el día de hoy.

Si puedo esta noche colgaré el sexto capítulo pero tras el dia que he tenido dude que esté con fuerzas para escribir.

A ver si tenemos tiempo el lunes para un café.

Besos

Satine dijo...

tendríamos que concretar hora y me organizo...besis

Nerina Thomas dijo...

Interesante, me fascina. un mimo al alma!!