Una serendipia literaria es una casualidad resultante de algo escrito previamente o que se predice en un relato y finalmente sucede de forma aproximada. Así, es famosa la serendipia del libro Futilithy, en el que se narra como un barco llamado Titan naufraga.
Dicho libro fue escrito en 1898, 14 años antes del naufragio del Titanic, y las coincidencias son asombrosas. De entrada, el nombre de ambos barcos, el hecho de hundirse ambos en su viaje inaugural. Sus dimensiones similares (75000 toneladas y 66000, 243 m de eslora y 268) o el apellido del capitán en ambos casos (Smith)
Ayer, ultimando los detalles del cuento de la bella Fatiha fui testigo de una de estas serendipias o casualidades. Al mencionar en uno de sus capítulos a mi viejo y gran amigo y compañero de batallas, Juan Miguel Soltero, intenté buscarlo por internet para recuperar el contacto perdido.
Si he de decir la verdad había olvidado su segundo apellido, Vázquez, con lo que la búsqueda era aún más complicada y las referencias en google eran miles, ya que me aparecían más Solteros por su condición de célibes que por apellido.
Lo intenté a través del tuenti y no me encontró a nadie con ese nombre y apellido. Probé en el facebook y aunque el resultado de la búsqueda fue muy amplio, la hace por aproximación, encontré tan solo un Juan Miguel Soltero, de segundo apellido López.
No recordaba el apellido de Juanmi, como he dicho antes, pero si estaba seguro de algo es que no era López. No obstante, y no sé por qué, le di a agregar como amigo.
Cinco minutos después me llegó el siguiente mensaje:
"Yo soy el padre de Juanmi su direccion es *********@hotmail.com"
Y en su facebook había una foto mía junto a Juanmi en Ceuta.
Inmediatamente agregué a Juanmi en el messenger y le envié un mensaje de saludo. Luego comprobé que el facebook de su padre se había creado tan solo unas horas antes de que yo lo buscase.
¿casualidad? ¿destino?
No sé. Prefiero llamarlo fortuna.
La fortuna de haberme reencontrado con un amigo de verdad, con quien hoy, siete años después del último encuentro, he tenido la oportunidad de volver a hablar.
Espero que ahora no volvamos a perder el contacto que hemos recuperado gracias a un cuento e internet.
Dicho libro fue escrito en 1898, 14 años antes del naufragio del Titanic, y las coincidencias son asombrosas. De entrada, el nombre de ambos barcos, el hecho de hundirse ambos en su viaje inaugural. Sus dimensiones similares (75000 toneladas y 66000, 243 m de eslora y 268) o el apellido del capitán en ambos casos (Smith)
Ayer, ultimando los detalles del cuento de la bella Fatiha fui testigo de una de estas serendipias o casualidades. Al mencionar en uno de sus capítulos a mi viejo y gran amigo y compañero de batallas, Juan Miguel Soltero, intenté buscarlo por internet para recuperar el contacto perdido.
Si he de decir la verdad había olvidado su segundo apellido, Vázquez, con lo que la búsqueda era aún más complicada y las referencias en google eran miles, ya que me aparecían más Solteros por su condición de célibes que por apellido.
Lo intenté a través del tuenti y no me encontró a nadie con ese nombre y apellido. Probé en el facebook y aunque el resultado de la búsqueda fue muy amplio, la hace por aproximación, encontré tan solo un Juan Miguel Soltero, de segundo apellido López.
No recordaba el apellido de Juanmi, como he dicho antes, pero si estaba seguro de algo es que no era López. No obstante, y no sé por qué, le di a agregar como amigo.
Cinco minutos después me llegó el siguiente mensaje:
"Yo soy el padre de Juanmi su direccion es *********@hotmail.com"
Y en su facebook había una foto mía junto a Juanmi en Ceuta.
Inmediatamente agregué a Juanmi en el messenger y le envié un mensaje de saludo. Luego comprobé que el facebook de su padre se había creado tan solo unas horas antes de que yo lo buscase.
¿casualidad? ¿destino?
No sé. Prefiero llamarlo fortuna.
La fortuna de haberme reencontrado con un amigo de verdad, con quien hoy, siete años después del último encuentro, he tenido la oportunidad de volver a hablar.
Espero que ahora no volvamos a perder el contacto que hemos recuperado gracias a un cuento e internet.
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