Parte 2 – Los Alocs
Los Alocs son una raza ígnea. Se asentaron en la mirada de Anele apenas abrió sus ojos una primavera en la sierra de Atag. Vagaban desde hacía siglos entre gotas de rocío y dientes de león, confundidos con luciérnagas. Su líder Haaäk, se sintió irremisiblemente atraído por aquel verde imposible, y dirigió a su pueblo hasta aquel hermoso círculo de paz y tranquilidad, dónde rápidamente conoció la prosperidad.
Fueron los primeros en llegar. Los primeros habitantes de un universo único, color esmeralda, en el que inmensos lagos de nenúfar les dieron aposento para construir su civilización. Una civilización caracterizada por la dulzura y amabilidad de sus habitantes. Un auténtico remanso de paz que se proyectaba al mundo exterior a través del brillo de sus alas, que al ser batidas destellaban, dándole a la mirada de Anele un halo de misterio y profundidad.
Los Alocs son una raza inmortal. Su origen se remonta al principio de los tiempos y se dice que Haaäk es un fulgor escapado de la misma chispa de la creación, cuando el dios Pask decidió crear el color. También hay quien asegura que ha recorrido el mundo mil veces, y que en sus alas guarda briznas de la selva negra, del río Amazonas, del valle del Omo e incluso de una pequeña flor que solo crece en el Himalaya.
Cuando un Aloc está a punto de extinguirse se fusiona con otro, reforzando su brillo. Por eso en el mundo ya solo queda la pequeña comunidad que vive en los ojos de Anele. Entre ellos se encuentran individuos procedentes de los más exóticos lugares: el iris de Sherezade, el mar de luna o el monte del Ulurú, por ejemplo.
Desde que habitan en la mirada de la bella princesa no se recuerda ninguna fusión e incluso se dice, que en una noche estrellada, junto a una estrella fugaz, cruzó la cúpula de su mirada un pequeño brillo, recién nacido, que sólo se ve de cuando en cuando y al que llamaron Bask, que en alociense significa ilusión.
Fueron los primeros en llegar. Los primeros habitantes de un universo único, color esmeralda, en el que inmensos lagos de nenúfar les dieron aposento para construir su civilización. Una civilización caracterizada por la dulzura y amabilidad de sus habitantes. Un auténtico remanso de paz que se proyectaba al mundo exterior a través del brillo de sus alas, que al ser batidas destellaban, dándole a la mirada de Anele un halo de misterio y profundidad.
Los Alocs son una raza inmortal. Su origen se remonta al principio de los tiempos y se dice que Haaäk es un fulgor escapado de la misma chispa de la creación, cuando el dios Pask decidió crear el color. También hay quien asegura que ha recorrido el mundo mil veces, y que en sus alas guarda briznas de la selva negra, del río Amazonas, del valle del Omo e incluso de una pequeña flor que solo crece en el Himalaya.
Cuando un Aloc está a punto de extinguirse se fusiona con otro, reforzando su brillo. Por eso en el mundo ya solo queda la pequeña comunidad que vive en los ojos de Anele. Entre ellos se encuentran individuos procedentes de los más exóticos lugares: el iris de Sherezade, el mar de luna o el monte del Ulurú, por ejemplo.
Desde que habitan en la mirada de la bella princesa no se recuerda ninguna fusión e incluso se dice, que en una noche estrellada, junto a una estrella fugaz, cruzó la cúpula de su mirada un pequeño brillo, recién nacido, que sólo se ve de cuando en cuando y al que llamaron Bask, que en alociense significa ilusión.
1 comentario:
Ups... Me suena esto sí... Un abrazo primo.
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