domingo, 30 de noviembre de 2008

Previsión meteorológica


Hoy el sol no ha salido en tu espalda, ni se puso anoche la luna en tus ojos.

No he visto las nubes de miel, que buscaba en tu mirada, ni han llovido mis caricias en el valle de tus pechos.

No he escuchado el rumor de tu voz, en la caracola de tus labios, ni he sentido el calor de tus manos, recorriendo mi cuerpo.

Hoy ha arreciado la lluvia solo sobre mis hombros, y no he podido resguardarme al paraguas de tu pelo.

Hoy no ha soplado la brisa de tu respiración en mi boca, ni he bañado mi corazón en el lago de tu sexo.

No he sentido el vapor de la humedad de tus besos ni me he perdido en la niebla de dormirme entre tus senos.

Espero que pronto cambie el tiempo.

Te lo tengo que decir....



La he descubierto gracias a espiral... pero va para ti!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mensaje en una botella


He encerrado mis palabras en una botella, que desde el estuario del Sado he lanzado al mar.

De la mano de la corriente de las canarias te llegarán, impregnadas del calor del archipiélago y el púrpura de Essaouira.

Llevarán el sol de invierno, olores de otoño y sentimientos de una primavera anticipada*, en busca del calor estival que ofrecen tus brazos.

Llevarán los gélidos vientos del norte, las cálidas corrientes de Senegal y una afrenta al socaire, para que tímidas, pero osadas, alcancen tus ojos, que imagino llorosos por la brisa guanche que llena de mar tu mirada.

En ellas he escrito secretos que tan solo Eolo y Poseidón conocen.


*(Uso no autorizado de primavera anticipada - en homenaje a mi amigo Carlos)

In Memoriam

Acerca tu mirada a este paisaje. Que tus ojos recojan todo el verde profuso que lo habita, la luz azafranada que da vida al silencio, la plenitud posible, exuberante, del volcán, la de la luna llena… Que descubran tus ojos la vigencia vegetal que se despliega e inunda su verdor entre los cardos, a ras de tierra. Y en la hora del sol en lo más alto, un aroma en el aire que perfila la misma pulsación de la mañana. Acerca tu mirada, y que tu boca contemple este paraje, abigarrado y profundo, colmado de chumberas y de cactus y de granadas solas. Que tanta floración no es un engaño ni tampoco un misterio, sino tan sólo un modo de sentirse desmedido, cercano a lo que importa, por fin libre.

Ángel Campos Pámpano

sábado, 22 de noviembre de 2008

Sé que me adelanto...



Sí. Se que me adelanto. Que aún falta mas de un mes para navidades. Pero nunca he tenido tan claro lo que quería pedir a los reyes, el papa noel, el olentzero, o quien diablos quiera traerme un regalo estas fiestas.

Vuelvo a tener ilusión por rellenar mi carta. Vuelvo a mirar con nostalgia los escaparates para recuperar la emoción del niño que cree en los magos de oriente. Vuelvo a formular deseos cuando veo una estrella fugaz y vuelvo a pronunciar tu nombre 3 veces para que aparezcas.

Volveré a escribir un nombre en nochevieja, en un pequeño papel que arderá al cambiar de año. Volveré a dejar calcetines bajo el árbol y me pondré ropa interior roja para empezar una nueva vida...

Falta mucho para navidades. Pero ya sé lo que quiero.

I don't want a lot for Christmas

There is just one thing I need

I don't care about the presents

Underneath the Christmas tree

I just want you for my own

More than you could ever know

Make my wish come true oh

All I want for Christmas is you

I don't want a lot for Christmas

There is just one thing I need

Don't care about the presents

Underneath the Christmas tree

I don't need to hang my stocking

There upon the fireplace

Santa Claus won't make me happy

With a toy on Christmas day

I just want you for my own

More than you could ever know

Make my wish come true

All I want for Christmas is you

Ohh, Baby ...I won't ask for much this Christmas

I won't even wish for snow

I'm just gonna keep on waiting

Underneath the mistletoe

I won't make a list and send it

To the North Pole for Saint Nick

I won't even stay awake

To hear those magic reindeer click'

Cuz I just want you here tonight

Holding on to me so tight

What more can I do, baby

all I want for Christmas is you

All the lights are shining

So brightly everywhere

And the sound of childrens' laughter fills the air

And everyone is singing

I hear those sleigh bells ringing

Santa won't you bring me

The one I really need

Won't you please bring my baby to me quickly

I don't want a lot for Christmas

This is all I'm asking for

I just wanna see my baby

Standing right outside my door

I just want you for my own

More than you could ever know

Make my wish come true

Baby all I want for Christmas is you

All I want for Christmas is you, baby

viernes, 21 de noviembre de 2008

Huesca ya no está triste

Huesca, que ayer me pareciera fría, me recibe hoy encerrada en niebla, para regalarme ese aroma de las tardes otoñales de tierra húmeda, chimeneas y la estufa de carbón de la anciana castañera que vende sus frutos asados junto al coso oscense.

Con mi mirada sigo el viejo carrito de madera ,que durante años ha regalado a miles de personas su dulce sabor y ese calor que desprende el cucurucho de papel que recoge las castañas recién reventadas entre las brasas, hasta que desaparece envuelto en niebla, como si de un espejismo del pasado se tratara.

Unos metros más allá, las nieblas del alto Aragón me descubren su muralla, y una joven muchacha que arrecida espera la llegada del coche que la viene a recoger.

Pienso en ti, te oigo, y desembocan en el Cinca las aguas del Tajo y el Guadiana, con su alegre discurrir del otoño, arrastrando las hojas del pasado, que se arremolinan en unos hoyuelos que me recuerdan los que dibuja tu rostro cuando sonríes.

Me duermo en su cauce mientras en mis oídos aún suena el cristalino curso de tus palabras, que se van apagando en una nana, que me invita a soñar contigo...

Levántate, Segunda,

levántate al instanti,

que el niñu quieri agua,

levántatinuta.

La palumita blanca

que canta allá en el olivu,

cállati palumita

que duerma mi niñu.

Ea, ea que ya se durmió.


jueves, 20 de noviembre de 2008

Cuentos de África: La bella Fatiha VII

Despertaron cuando el sol se ocultaba tras el horizonte. Fatiha parecía recuperada y Mirenne también había recobrado las fuerzas que aquel militar argelino le había robado. Las huellas de sus compañeros de viaje apenas eran perceptibles, pero sabían que el único camino posible era seguir de frente, dejando aquella maravillosa puesta de sol a su izquierda.

Comenzaron a caminar. Abrigadas por la manta que horas antes les había servido para resguardarse del sol. Ahora lo hacía del frío. Sabían que iban por el lugar correcto porque de vez en cuando encontraban un pequeño rastro que el viento no había tapado del renqueante deambular de sus compañeros. Se habían perdido en el horizonte y dudaban si los volverían a ver, pero confiaban en compensar las horas perdidas caminando de noche.




A lo lejos, y en medio del rastro de huellas vieron una manta de color rojizo que pronto identificaron como la de uno de sus acompañantes. Pensaron, que como ellas, se había separado del grupo para descansar. Al pasar por su lado comprobaron que no había nadie bajo ella, si no un pequeño recipiente con sus dosis diarias de agua. Agradecidas recogieron el agua y la manta para devolvérsela a su dueño si volvían a verse.

Caminaron toda la noche y justo cuando el sol volvía a aparecer por el Este divisaron al grupo acampado. Habían parado en el único espacio con restos de vegetación que habían encontrado en el camino. No era un oasis pero las plantas luchaban por sobrevivir en aquella tierra ingrata.




Entre los viajeros buscaron al propietario de la manta roja que se resguardaba del frío acurrucado entre dos compañeros. Echaron sobre su fatigado cuerpo la manta y le dejaron dormir. El viaje era largo y ya habría tiempo para agradecerle el gesto.

Prepararon te y esperaron a que el resto de compañeros se fueran despertando con el olor de las hierbas hirviendo en el improvisado fuego que habían encendido.

Intentaron seguir el camino con sus compañeros, pero el largo viaje nocturno empezaba a pasar factura, por lo que decidieron seguir viajando de noche y esperar en aquel marchito vergel la puesta del sol. Ya los volverían a alcanzar.

Cuentos de África: La bella Fatiha VI

Los dos primeros meses en Ceuta transcurrieron como un juego de aventura trasladado a la realidad. Cada mañana nos vestíamos nuestros uniformes para convertirnos en los soldaditos de plomo en carne y hueso de un grupo de fanáticos que habían trasladado su impotencia y sus ficciones a un escenario natural, y que servían de directores de orquesta para una melodía trasnochada y sin sentido que se había ejecutado cientos de veces.

Nos preparamos para enfrentarnos a un enemigo imaginario e incluso aprendimos a hacer frente a una hipotética guerra nuclear, vestidos de patos para que nuestros posibles cadáveres lucieran más ridículos en caso de un ataque atómico.



Un día, mientras formábamos frente al gimnasio para matar el tiempo y regocijo de nuestros superiores en mando, que disfrutaban viendo sus muñecos ordenados en filas, perfectamente alineados, llegaron 2 individuos vestidos de paisano que pronunciaron mi nombre en alto y me hicieron salir de la formación.




En aquel momento no supe que pensar. Recapitulé cu
ántos recuerdos me quedaban de aquellos meses buscando una razón de indisciplina que pudiera motivar aquella inesperada visita, pero no la encontré.

Se identificaron como brigadas de la comandancia general, Unidad de Inteligencia, y dijeron que se encargaban de la prensa militar.


Enseguida supe a qué venían. Habían descubierto mi último artículo para diario Mérida, que lo había publicado también el diario el País días antes de mi incorporación a filas y querrían explicaciones. Se trataba de un artículo a favor de la insumisión.


Un mes antes de unirme a aquel juego maquiavélico, de niños vestidos de hombre y hombres vestidos de payasos, había recogido en la carretera de Plasencia a Cáceres a un autoestopista que se dirigía a casa de su hermano. Al día siguiente sería juzgado por insumisión. Cuándo me contó la historia me resultó interesante, así que paré en Cáceres a conocer de primera mano el caso.


El encausado me recibió en una pequeña vivienda en un bajo del casco antiguo cacereño. Nos sentamos a tomar café y poco a poco fue desgranando su vida. Tenía una niña pequeña, recién nacida, y su trabajo era el único sustento para la familia. Pero no era este el único motivo de su insumisión, sino su oposición rotunda a entrar en aquel juego de obligaciones sin sentido, que pretendían hipotecar 9 meses de su vida, empuñando un arma que detestaba, en defensa de un país que no reconocía.


Cuando llegué a Mérida escribí su historia, junto a una reflexión a favor de los derechos humanos, claramente vulnerados en situaciones como esta. No sé aún cómo aquel artículo llegó al País, pero días después lo publicaba en su edición nacional entre las páginas de opinión.

Estaba seguro, habían leído aquel artículo y ahora venían a pedir responsabilidades.

martes, 18 de noviembre de 2008

Quiero / Je veux


Quiero encontrar este otoño el calor del verano,
Quiero encontrar tu dulzura de caramelo y miel.
Quiero buscar mi refugio escondido en tus brazos,
Quiero que cada día que pase no parezcan cien.

Quiero que nazcan las flores también en invierno
Quiero que broten orquídeas bajo tus pies
Quiero que salga la luna en tu regazo
Quiero despertar con el sol y volverte a ver.

Quiero que la noche tenga la luz de tus ojos
Quiero que el dia me encuentre bajo tu piel
Quiero que la tarde sea siesta dormido en tu abrazo.
Quiero que el tiempo se pare cuando tú estés.

"Je veux trouver cet automne la chaleur de l'été,
Je veux trouver ton douceur de bonbon et de miel.
Je veux chercher mon refuge dans tes bras caché,
Je veux que chaque jour qui passe ne semble pas centaines.

Je veux que les fleurs soient nés en hiver
Je veux que les orchidées germent sous tes pieds
Je veux que la lune parte dans ton giron.
Je veux réveiller et te revoir avec le soleil

Je veux la nuit pour prendre la lumière de tes yeux
Je veux que le jour me trouvé sous ton peau
Je veux que l'après-midi soie sieste endormi dans ton étreinte.
Je veux que le temps s'arrête lorsque tu y etês"

En una burbuja....



Hoy, que he encontrado una burbuja en la que me gustaría nadar,
os presento a mis compañeros de piso, que viven en la suya propia.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cuentos de África - La bella Fatiha V

Ante sus ojos solo había arena. El único horizonte lo marcaban sus sueños y una fina línea, apenas perceptible, en la que el ocre se convertía en azul, en medio de una nebulosa difusa, producto del calor que empezaba a castigar sus cuerpos y sus pies descalzos. Aunque todos habían iniciado el viaje con rústicos calzados, que habían perdido su forma por el paso de los años en los campos de algodón, pronto decidieron que lo mejor era cargarlos en las mochilas, para otros terrenos más agradecidos, y sacrificar sus pies a la ardiente arena del desierto, pues cada escasos metros se llenaban de arena dificultando el camino.



Los viajeros caminaban separados, distanciándose unos de otros la distancia suficiente como para sentirse solos en aquel viaje, pero no demasiado para de vez en cuando buscar el arropo de sus compañeros de aventura.

Tan solo Fatiha y Mirenne continuaban unidas. Abrazadas
pese al sofocante calor del desierto. Unidas para siempre en aquel éxodo.


De pronto Fatiha cayó al suelo. Agotada. Llevaba horas sin probar una gota de agua y sus piernas fallaron cayendo sobre la arena. Mirenne sacó rápidamente la pequeña cantimplora en la que llevaban la porción individual de agua que le correspondía cada día y le dio a beber un trago, breve pero suficiente para reanimarla. Mojó una manga y con ella empapó ligeramente el abultado y ardiente vientre de Fatiha, buscando refrescar a un bebé que antes de nacer ya había iniciado el viaje más duro imaginable. Con una manta cubrió a su compañera resguardándola del sol, se acurrucó junto a ella y, mientras el resto de viajeros se perdía en el horizonte, esperó a que llegara la noche para seguir el viaje.




domingo, 16 de noviembre de 2008

Cuentos de África - La bella Fatiha IV


El miedo, la desconfianza, los nervios, la duda, la curiosidad...
Todos estos sentimientos se fueron apoderando de nosotros según desembarcamos y empezamos a perder nuestros nombres para ser identificados como números, según empezamos a perder nuestro pasado y a desorientar nuestro futuro, para ser parte tan solo de un presente que desconocíamos, y se mostraba incierto ante nuestros ojos, indagadores los de la mayoría, llorosos, como los de un niño el primer día de clase, los de unos cuantos.

Un papel en mi mano decía que debía dirigirme a Regulares, al acuartelamiento González Tablas. Hacia allí nos llevaron en varios camiones mientras el temor iba venciendo al resto de emociones que nos habían invadido hasta el momento.



Todo sucedió muy deprisa. Apenas recuerdo cómo llegamos, cómo se nos repartió la ropa de cama, el uniforme y el resto de enseres que serían nuestra única propiedad a partir de entonces, y que debíamos defender como lo más preciado. Una taza de latón, un petate, dos uniformes completos, unos guantes, una gorra y unos listones verdes en los que escribir nuestro primer apellido. Aquel sería nuestro único identificativo desde ese momento. Atrás quedaban los estudios, los apellidos rimbonbantes, la experiencia, la edad o las clases sociales. Torpemente aprendimos a formar y empezamos a escuchar discursos manidos y desgastados, completamente anacrónicos, escapados de una película de Kubrick.

Comenzaba una carrera sin destino pero sin descanso, dos meses de un estúpido guión repetido miles de veces, que terminariamos creyéndonos e interpretando como malos actores de culebrón a los que se facilita un nuevo párrafo cada día.

Lo único cierto era la amistad que se iba forjando entre algunos de nosotros. Otro más de los tópicos, el único cierto, que rodeaba a aquella pantomima.





Tu voz


Me encanta escuchar tu voz, esas palabras que viven en un susurro y se escapan en un suspiro.

Me gusta respirarlas, a dos centímetros de tu boca, porque huelen a los verdes paisajes de la sierra de Gata.

Me alimento masticándolas, cuando llegan desde el móvil, porque saben a dulce miel y fruta fresca recién cogida.

Me pierdo en tus ojos escuchándolas, tan llenos de agua clara que a veces se desbordan, cuando sube la marea, con la luna llena o la brisa.

Quiero sentirlas nacer, con mis manos en tu cuerpo, descubrir como vibran al ser pronunciadas.

Necesito apagarlas en un beso, no para que no se digan, sino para que me lleguen aún más adentro.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

martes, 11 de noviembre de 2008

Aprender una lección

Hay veces que pensamos que tenemos mucho que enseñarle a nuestros pequeños. Haciendo gala de nuestros años y experiencia intentamos demostrarles cómo es el mundo y cómo debe ser. Sin embargo, la mayoría de las veces, son ellos los que tienen mucho que decirnos y no sabemos prestar nuestros oídos a sus palabras.

Ayer fuimos con los niños de los colegios Inés de Suárez y Miralvalle a plantar árboles a la ciudad deportiva. Nuestra intención era concienciarlos de la importancia del respeto al medio ambiente. Al verles el cuidado y el cariño que ponían a esta labor me di cuenta de cuán equivocado estaba.

Son ellos los que me han enseñado a mi, yo actúo movido por unas normas que me han impuesto, ellos hacen suya la norma.




Hasta en los días más nublados

Hasta en los días más grises siempre hay un rayo de sol.

Cuentos de África - La bella Fatiha III

Intentaron dormir, pese al traqueteo de aquel viejo vehículo, con la cabeza hundida entre las piernas, buscando aislarse de la realidad que les rodeaba. Aquellos serían sus compañeros durante un largo viaje pero no eran necesarias las presentaciones. Todos coincidían en un sueño y ese era suficiente para sentirse unidos.

El vehículo se detuvo a 10 kilómetros de la frontera Argelina, dónde el conductor les indicó que no podía seguir, que la proximidad del amanecer hacía peligrosa la travesía y que debía volver a los campos de algodón antes de que se echara en falta su presencia.



Lentamente bajaron del automóvil y comenzaron a caminar, lentamente, como si los pies se aferrasen a aquella tierra que debían abandonar.

Uno de los viajeros sacó del bolsillo un papel arrugado en el que había dibujado el itinerario a seguir. Un militar argelino les dejaría cruzar la frontera previo pago de otros 20.000 francos por persona.

Fatiha se retrasó con la excusa de hacer sus necesidades. Extrajo de su ropa interior 40.000 francos que dividió en dos fajos. Al alcanzar de nuevo el grupo le dio a escondidas uno a Mirenne, para que nadie supiera quién de las dos llevaba el dinero y cuánto llevaban para aquella larga travesía.




Cuando alcanzaron la frontera uno a uno fueron satisfaciendo el pago estipulado, excepto Mirenne, que tuvo que añadir a su cuota 5 minutos de entrega a aquel militar que descargó su impotencia sobre el reseco rostro de la pobre viajera.


Una vez que Mirenne se reincorporó al grupo comenzaron a andar, sin preguntas, sin palabras, adentrándose en un desierto que sería escenario de sus desventuras durante 3 largos meses. Tan solo Fatiha tuvo un gesto para Mirenne. La estrechó entre sus brazos y así caminaron durante horas.

Continuará...

Cuentos de África - La bella Fatiha II

Transcurría julio de 1998 cuando mi padre fue a buscarme a Mérida con la carta de reclutamiento en su mano. Estaba citado para incorporarme a filas el 19 de agosto en Ceuta.

Apenas me dio tiempo a pensar. Abrumado por volver a ver a mi padre y hermanos después de tanto tiempo, y embargado por la emoción, ni siquiera rechisté.

Recogí mis exiguas pertenencias, las que habían ido quedando después de una desalentadora etapa en la ciudad romana, llena de propósitos de aventura y sueños irrealizados, alimentados más de vergüenzas que de prebendas. Eran mis fantasías mi único pábulo y mi cobardía mi refugio.



Abandoné sin mirar atrás aquel cubículo que había sido mi hogar durante los últimos meses, y en silencio emprendí el regreso a casa, de un hijo pródigo que, por vergüenza, no volvió por propia iniciativa sino al que hubo que ir a buscar, y que con lágrimas en los ojos se despedía de la ciudad que le había convertido en el deshecho que regresaba ahora a su familia. Lágrimas no de tristeza sino de apocamiento que hoy recuerdo arrepentido.

Recuerdo mi primer avistamiento de tierras africanas. Un grupo de jóvenes nerviosos nos arremolinábamos en la cubierta de aquel inmenso Ferry para escrutar en el horizonte la tierra que nos acogería durante 9 meses. Era la primera travesía que hacía en un barco de aquella envergadura y la primera en que pisaría otro continente, pero mi mente seguía anclada en tierras extremeñas, buscando una redención del pasado antes que ningún tipo de ilusión en el futuro que nos aguardaba.





lunes, 10 de noviembre de 2008

Historias de la puta mili I (Cuentos de África)


El otro día, ante el inesperado reencuentro con mi amigo Jose Luis Galán, compañero en batallas, ficticias y fingidas, en el africano terruño de Ceuta, prometí iniciar una serie de relatos concernientes a mi experiencia en aquel continente, del que nos separan tan solo unos kilómetros de mar y muchos de historia.

Estos relatos que bautizaré como "cuentos de África" pueden estar salpicados de tanta ficción como realidad. Tan sólo los que me conozcan bien sabrán qué parte es real y cuál ficticia. Dejo en la imaginación de los demás el tratar de adivinar cuánto tienen de cuento y cuánto de verdad.

Algunas de las experiencias allí vividas, y la posición privilegiada (o no) que me permitió vivirlas, me obligan a dejar en la duda cuántas historias narre a partir de este momento...

Comienzo con el primero, que no guarda un orden cronológico con mi estancia en Ceuta, y al que titularé....

La bella Fatiha

No había cumplido aún los 20 años. El caoba de su piel contrastaba con los blancos campos de algodón donde había nacido y pasado dos décadas de hambre, dolor y sufrimiento al norte de la ciudad de Taoudenni, en el siempre beligerante país de Mali.


Alguien había intentado engañarla, junto a todo su pueblo, diciéndole que con la paz de Tombuctú llegaría la tranquilidad y la prosperidad a sus tierras. Sin embargo, tras casi 3 años de espera, sus dedos seguían agrietándose, como su vida, en la recolección de algodón, a cambio de un mísero cuenco de pasta de un cereal indefinible, que se había convertido en su único sustento desde donde alcanzaba su memoria.

Su día transcurría entre los campos de algodón, desde el amanecer hasta el ocaso, y la más negra noche de despiadados malos tratos y violaciones por parte de sus patronos. A sus escasos 20 años había sufrido ya 3 abortos, de otros tantos embarazos, fruto del calvario que vivía cada día al ponerse el sol.



Sus ojos habían dejado de llorar y, aquella noche, al poner sus manos sobre su vientre, de nuevo preñado, decidió no sufrir más y junto a 10 compañeros iniciar el largo viaje, no de búsqueda de la felicidad, si no de huída del infierno. No le importaba quién fuera el padre, pero aquel, por fin, sería su hijo.



El precio de la libertad estaba lejos de su alcance. Armada de valor e ira se adentró en la ciudad y buscó aquella vivienda dónde tantas noches había llegado arrastrada, para acabar ultrajada y violada, antes de ser conducida de nuevo al campo de algodón.

Conocía cada rincón de aquel antro donde aquel día no eran sus gritos si no los de alguna compañera los que rompían el silencio de la noche. Se dirigió a la habitación, alzó aquella especie de hoz que utilizaba para la recogida de algodón, y sin ningún sentimiento de culpa la hendió en el dorso de aquella alimaña que mezcló su último orgasmo con el estertor previo a su muerte. Bajo él, asustada, su compañera Mirenne la miraba entre horrorizada y agradecida. No hizo falta cruzar una palabra.

Cogieron las piezas de valor que pudieron acuñar y un total de 300.000 francos (CFA) que aunque serían insuficientes para el viaje de las dos, ayudaría a costear una gran parte.

Huyeron hasta los campos donde les esperaba un viejo Jeep a bordo del que ya esperaban los que serían sus compañeros de viaje. 10 jóvenes malineses con tanto miedo como ellas y los mismos deseos de libertad.

Pagaron 10000 francos, 5000 por cabeza e iniciaron la primera etapa de su viaje, que concluiría en la frontera Argelina, en las proximidades de Bordj-Mokhtar.

Continuará...

Declaración de intenciones


Quiero tenerte cerca.

Mirar de nuevo tus ojos y naufragar en sus aguas.
Bañarme en ese lago donde la noche es más pura
y al sumergirme en tu iris dejar anillos de luna.

Que se detenga el tiempo para nadar en tu boca,
y se rompa solo el silencio con el eco de mis sueños,
al bucear un suspiro, al respirar de tu aliento.

Quiero volverte a ver.

Que no sea tu mirada un encendido recuerdo,
y no quemen más los besos que guardo entre mis labios,
y torpemente dibujan mis dedos, en cada rincón del cielo.

Quiero sentir en mis yemas cada poro de tu piel,
trazar sobre tu cuerpo garabatos de deseo,
que hoy dibujo en secreto,
como un niño castigado mirando hacia la pared.

Quiero tenerte cerca, quiero volverte a ver.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Olor a campo


He visto un manto rojo y me he puesto a caminar, como una estrella de Hollywood sobre la alfombra de la fama.

Bajo mis pies he sentido el resquebrajar de las hojas recién caídas y he decidido quitarme los zapatos para sentir su tacto. He seguido andando mientras su humedad iba impregnando mis pies descalzos con un inesperado calor que me ha transmitido seguridad.

He escuchado el leve batir de alas de la becada, buscando refugio entre el cobrizo pasto del horizonte y he aspirado el aroma húmedo de la tierra recién regada por las lluvias otoñales.

He clavado mis rodillas en el suave manto de la hojarasca, y me he dejado caer sobre su tenue lienzo, para sentirte más cerca, olor a campo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Frío


Hacía frío y llovía. Decidí esperarte en la calle aunque no me habías asegurado si vendrías. Mis labios amoratados titilaban dejando escapar un ligero castañeteo que acompasaba los leves espasmos de mi cuerpo arrecido. Un manto gris impedía al sol obsequiarme con aquellos rayos que un día habían iluminado nuestros paseos.

Pensé que como siempre, un claro se abriría cuando llegaras, pero sin embargo negros nubarrones se fueron cerrando sobre mi cabeza, mientras la lluvia arreciaba sobre mi cuerpo, que iba estremeciéndose en un guiñapo cada vez más constricto en fetal disposición.

Apenas si podía abrir los ojos, empapados entre el fragor de la lluvia y el salobre gusto de unas lágrimas que predecían tu ausencia.

Mi vieja y raída capa comenzó a pesar, no sé si tanto por el agua acumulada como por el frío reumático que castigaba mis ajados huesos.

Mi cuerpo siguió empequeñeciendo, con mi cabeza cubierta por mis brazos que se cerraban en espiral sobre mi regazo. Ese sobre el que tantas veces te habías dormido.

De pronto una luz me indicó que llegabas. Abrí los ojos y desperté boca abajo. Lloré amargamente aquel frío despertar de mi agónico perecer. Todo era calor y luz.

Acababa de nacer y ya te había soñado.

Roberto Bolaño

- ¿Y por qué le gusta llevar siempre la contraria?
- Yo nunca llevo la contraria

Tenía tanto que darte...

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Palabras


Siempre he presumido de tener palabras para todo. Tonto de mí y engreído. Siempre he buscado la palabra precisa en el momento oportuno y he creído tenerla. Tonto de mí y engreído.

Hoy me ha hecho falta una palabra. Sólo una. Y no la he encontrado. Una palabra de ánimo, de consuelo, de amistad, y no me ha salido.

He querido dar un abrazo con una palabra y me ha faltado su calor. He querido ofrecer una mirada con una palabra y me ha faltado su sinceridad. He querido estrechar una mano con una palabra y me ha faltado su ternura. He querido compartir una lágrima y me ha faltado su emoción.

He querido decirle a Miguel cuanto lo siento y me han faltado todas esas palabras. Espero que sepa entender mi ignorancia.


El viejo galán



No, no es un cuento. No voy a contar la historia de un viejo mujeriego que se caracterizara por sus habilidades en el cortejo y la seducción, aunque sus pinitos hiciera, sino de un viejo amigo que por misterio ha reaparecido.

Todavía no he cruzado una palabra con él. Tan sólo un correo electrónico que decía lo siguiente (sic):

"hola juancarlos soy un viejo compañero de batallas de ceuta espero que te acuerdes de esos momentos por fin doy contigo macho ah se me olvidaba soy jose luis galan de sanlucar de barrameda un abrazo fuerte"

Pero ha sido suficiente para alegrarme el día, quizás la semana.




Galán, allí todos nos conocíamos por el apellido, fue una de esas personas con las que mejor congenié en aquellos meses en Ceuta. Fue mi compinche de venturas y desventuras durante la estancia en regulares y por proximidad alfabética en los apellidos compañero de muchas guardias, cocinas y otros menesterosos servicios a la patria... ¿qué patria?...

Hoy, sin saber cómo, ha sido él quien me ha localizado y me ha dejado ese correo, espero que el primero de muchos, para recuperar aquella amistad forjada en noches a la intemperie y en largas conversaciones bajo el cielo de Ceuta o a bordo de un Ferrys.

En estos momentos en los que la palabra amistad tiembla en mi boca, por timidez, fragilidad o incomprensión, alguien, que aparece de repente, me hace volver a confiar en ella y decir con firmeza, "hola amigo".

Que no se sientan despechados el resto de personas que engrosan esa, no sé si larga pero sí sólida, lista de amigos. No sois vosotros quienes hacéis titilar mis labios al pronunciarla.

Quizás sea un buen momento para inciar una serie de relatos sobre ciertas batallitas.... ahora que además tendré a alguien que las corrobore.

(Perdonad el detalle del vídeo, tan impropio de mi, pero venía muy a cuento... y tampoco he de renegar de mi pasado)

domingo, 2 de noviembre de 2008

El día de todos los santos

Se ha convertido ya en una tradición. Quizás la edad, el cambio de mentalidad o el de intereses y expectativas, o simplemente las condiciones meteorológicas adversas vividas durante varios años, nos hicieron cambiar de costumbre y abandonar el tradicional rito de campo y castañas por esta forma de turismo rural que practicamos ahora. Yo me perdí alguno, como el famoso de Cuacos, por motivos laborales, pero he podido disfrutar del resto, que han convertido esta costumbre en un rito típico, tradicional o costumbrista según el término lingüstico adoptado en el momento y por consenso.

El año pasado tocó Robledillo de Gata, con sus típicas cuestas, su típico olor a chimeneas, su típica iglesia con sus típicas escaleras y su típico coche blanco aparcado en una de sus típicas calles.

Este año el destino era un tanto incierto. El eje focalizador del viaje era el restaurante "O javalí" de Monfortinho, y sus termas. Pero la decepción fue mayúscula ante un balneario de aire modernista y dificilmente visitable y un restaurante, que si bien cumplió justamente, no se acomoda al término de recomendable, ni avala una hora de viaje. (Si bien la compañía ya era aval suficiente para justificar cualquier itinerario y tiempo dedicado)


¿Dónde íbamos esta vez? Esa parecía la gran duda

Pero la sorpresa vendría después. El ascenso a Monsanto nos recordo a todos la subida a Valdastillas, con ese encanto tradicional de las cuestas sinuosas (sin un oso para Iván) y ese continuo descubrir de detalles que destacar y recordar.

Unas piedras en forma de orondo trasero que a todos nos inquietaron, un incómodo adoquinado, inapropiado para los calzados taconados de nuestras acompañantes, pero que te trasladaban a rutas de peregrinos medievales, o un altivo mirador con vistas al cementario, como nota nigromante de un excelente paisaje, de naranjos a punto de reventar, higueras de olor a breva, o de pinceladas verdes sobre castaño de un autor impresionista.

Esta es la portada de nuestro próximo disco de folklore. Falta Javi pero es que alguien tenía que hacer la foto


El silencio de sus calles, el olor a leña recién prendida, el frío grisaceo de sus viviendas, con verdes brotes de humedad del musgo, (que le inferían ese caracter anacrónico del tiempo detenido en el espacio), y el leve susurrar galaico de algún oriundo, (intentandonos descubrir los secretos más ocultos de un cofre plagado de tesoros,) nos fueron envolviendo en la magia ancestral del medievo, y de aquellas casas horadas en la roca, que sirvieron de reposo a los caballeros templarios y a decenas de generaciones por las que el tiempo parece no pasar, detenido en el encanto de la humildad y el arraigo, a un terruño sin futuro, pero con un eterno presente.


Esta es nuestra peña para las fiestas, y nunca mejor dicho lo de "peña"


Quise sentir el frío de sus piedras pero a cambio, sentí el calor de mi gente, absorbidos todos por aquella magia de una tierra sin tiempo, para un cariño sin límites.

Aún así, perdonadme y lo hago en pequeñito para no molestar, eché en falta a alguien