lunes, 28 de diciembre de 2009

2009. El hombre más feliz del mundo

Hoy, que miro atrás, como cada año, buscando imágenes para hacer un resumen del año que se cierra, me doy cuenta de que me gustaría alargarlo eternamente y seguir saboreando los momentos que lo han convertido en, posiblemente, el mejor año de mi vida.

Quizás por eso, como premonición, decidí empezarlo un día antes, y en aquel año nuevo improvisado 33 abrazos me demostraron el valor de la amistad. 33 abrazos de distintos puntos de España que sacudieron mis emociones, en un inmerecido gesto de fraternidad, que nunca sabré cómo agradecer.

Aquel día, yo, que siempre me he considerado a los ojos de la gente como un patán irresponsable, como un díscolo Quijote que se entretiene a jugar al ajedrez con sus gigantes mientras arden sus molinos, recibí una lección de fe que aún hoy me hace estremecer sin saber si estaré capacitado para responder. Cuando mi hermano y mi cuñada me ofrecieron ser padrino de mi primer sobrino, Alejandro, me temblaron, y aún lo hacen, las piernas.

Era la manera más hermosa de comenzar el año. La razón por la que inconscientemente había celebrado aquella fiesta. El mayor gesto de confianza que nadie nunca había depositado en mi. Hoy sigo dudando si era merecedor de este regalo, si podré responder correctamente, pero sé que si algo vale, daría mi vida por él. Espero no defraudar nunca a quienes me confiaron esta responsabilidad.

Este año no voy a hacer un recorrido mes a mes por su calendario como en otras ocasiones. De este año solamente quiero remarcar tres de los momentos más importantes de mi vida.

  • Iván siempre ha sido especial para mi. No sé si por ser el pequeño, si por coincidir en gustos o aficiones o simplemente por ese caracter arrollador que le convierte en una persona exclusiva. Esa mezcla de ingenuidad casi infantil y sobriedad venerable, de coherencia y constancia, de madurez y sensibilidad... Iván es la responsabilidad que me falta y la infancia que perdí. Patricia es su hemisferio. Estoy convencido de que si hubiesen nacido en dos partes remotas del mundo habrían terminado encontrándose. Patricia es amor, comprensión, cariño, pero también genio e ingenio, solvencia, lucidez, enjundia, raciocinio... Por eso poder unirlos, que el destino me diera la oportunidad de ser quien ejecutase oficialmente el designio de permanecer unidos bajo el que habían nacido, me hizo feliz. El hombre más feliz del mundo.

  • Alejandro es sonrisa. Es el motor bajo el que ahora bombea sangre mi corazón. Es la nana que me acuna cada noche y me aleja de mis pesadillas y el agua fresca que cada mañana me despierta para afrontar el nuevo día. Lo oí llorar. En el pasillo del hospital sonaba un llanto infantil, un llanto de vida que pronto identifiqué. Era mi primer contacto con el que sería mi ahijado, aquel sereno llanto que decía "ya estoy aquí". Le oí llorar y fui feliz. El hombre más feliz del mundo.
  • Mis padres son sacrificio. Son el esfuerzo diario por sacar adelante una familia. Son kilómetros de distancia con los que tejieron la manta que cubrió nuestros fríos, con los que dibujaron el plato que nos alimentó cada día, con los que escribieron la constancia que nos educó y con los que extendieron las raíces que nos hicieron crecer. Mi padre es horas de soledad en una habitación, es días de sol y lluvia en una perdida carretera, es kilómetros de oscuridad hasta llegar al hogar, es lucha y tesón por vernos crecer, aunque fuera cada quince días. Mi madre es la soledad de una cama vacía, es la maleta preparada para cambiar de vida constatemente, es la llamada esperada, la respuesta adecuada, el plato de sopa, el libro de la vida. Por eso, cuando los vi felices en la fiesta de jubilación, de jubilación de ambos, de abandono de una vida de sacrificios, fui feliz. El hombre más feliz del mundo.
Además tenerte ahí. Sí, justo ahí. Me hace feliz. El hombre más feliz del mundo.

Espero tener otros 4 motivos así para destacar en 2010.

Frases para la historia


"Si Dios no hubiese querido que comieramos animales, ¿cómo es que los hizo de carne?"
Sarah Palin, Ex-Gobernadora de Alaska
(de esparto para que no se la coman)

No suelo colgar frases celebres en mi web, pero esta me ha soprendido tanto que tenía que compartirla con vosotros. Desde luego es una sentencia irrevocable ya que si Dios (de existir) hubiese querido que no nos comiésemos a los animales lo justo es que los hubiese protegido haciéndolos de aluminio o metacrilato. Claro que es que a nosotros nos da por comer cualquier cosa y si son de carne porque son de carne, pero si fueran de canónigos también nos los tragariamos, "lo que se mueva a la cazuela".

Con frases como esta uno comprende como esta señora llegó a ser gobernadora republicana de los EEUU en Alaska, un sitio dónde lo lógico es tener las ideas frescas, y por lo que veo la alimentación también.

No olvidemos que esta señora fue candidata a la vicepresidencia de los EEUU afirmando que comandaba una misión divina y que posteriormente apareció en un vídeo recibiendo un exorcismo para espantar las brujas y demonios que se interponían en su camino. Quizás fue ahí dónde Dios le dijo... "¿no te das cuenta Sarah de que si los animales son de carne será por algo... ?anda pasame el jamón...."

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cantar un villancico

Mañana será Nochebuena. Compartiré mesa con algunas de las personas a las que más quiero, en un lugar diferente de los habituales en estas fiestas, pero faltarán otras muchas con las que me gustaría cenar en un día tan especial y cantar con ellos un villancico.

No soy creyente, creo que lo repito tanto como Extremoduro cuando afirman que son drogadictos, pero lo mio es más sano. O no.

Pese a mi ateísmo me gustan estas fechas y las celebro con devoción. Me ilusiona ver la felicidad, a veces obligada e hipócrita, pero casi siempre sincera, de las personas, sobre todos los niños, en estos días. Me encanta gritar "¡Feliz Navidad!" al cruzarme con alguien al pasar por la calle o quedarme absorto mirando las luces reflejadas en la pupila de un niño. No sé por qué me hace tan feliz el solsticio de invierno.

No creo en la religión pero creo en las personas. Quizás por eso. Reformulo la expresión. No creo en la religión porque creo en las personas, y por eso me apetece cantar un villancico con ellos estas navidades.


Creo en mi familia.

  • En mis padres a los que al final la vida les regala el tiempo y la compañía.
  • En mi madre que ya no tiene que esperar la llamada de los miércoles o el fin de semana para disfrutar de un matrimonio que se hizo intermitente.
  • En mi padre que no volverá a maldecir las sábanas frías y vacías de un sucio hostal o una descuidada casa de alquiler.
  • En mi hermano Javi y mi cuñada Noelia que han dibujado su amor y sus ilusiones en la sonrisa de Alejandro.
  • En mi hermano Raul y mi cuñada Raquel que regalan cariño y comprensión en cada gesto.
  • En mi hermano Iván y mi cuñada Patricia que son capaces de convertir 151 kilómetros en milímetros y acariciarse con palabras.
  • En Alejandro que me hace vivir.

Creo en mis amigos.

  • Creo en Mario, mi vecino-hermano de Barcelona, que pese a la distancia vive puerta con puerta siempre a mi lado.
  • Creo en Roberto, el Peter Pan que es capaz de trasladarme cada día al país de Nunca Jamás.
  • Creo en Jose que me regala canciones y poesías envueltas en un abrazo.
  • Creo en Elena que me ha convencido de que un mundo mejor es posible si está adornado con su voz.
  • Creo en Alberto que me ha enseñado que el mejor bastón para caminar son los amigos.
  • Creo en Mamen y Escudero que han recuperado juntos la sonrisa que añoraba.
  • Creo en Cristina y Jordi que ven crecer la ilusión en una ecografía.
  • Creo en Noelia que cambia sonrisas por respuestas y las deja olvidadas, a propósito, en la cara del entrevistado.
  • Creo en Helena que es capaz de abrazarme desde Madrid y hacer que sienta su calor.
  • Creo en Naiara, el hada madrina capaz de aparecer en cualquier sitio si la necesitas.
  • Creo en Carlos que me ha demostrado que el corazón es una parte del universo.
  • Creo en Eduardo que contagia fuerza y poder de sacrificio
  • Creo en Maria José y Jose, capaces de guardar la vida en una maleta persiguiendo una ilusión.
  • Creo en Sonia que me debe un café, dos libros y mil besos y abrazos.
  • Creo en Victor que me ha paseado por el mundo enganchado a un blog.
  • Creo en Gema que guarda la poesía en un vendaval de palabras.
  • Creo en Techi que me descubrió a la mujer.
  • Creo en Ana, mi hermanita (con eso lo digo todo)
  • Creo en Carmen, que me pidió prestado el corazón en el Sahara y ahora se lo ha llevado a Perú.
  • Creo en Lorena que no es consciente de cuánto da porque le preocupa demasiado lo que recibe.
  • Creo en Mónica que un día será presidenta de la Junta o incluso del gobierno.
Creo en ti que me estás leyendo y siento no haberte nombrado.

Creo en Enrique, en Toñi, en Carmen, en Rubén, en Carlitos, en Tania, en Virginia. Creo en David, en Mariaje, en Alicia, en Miguel, en Jorge, en Isa. Creo en Gloria, en Gemita, en Killo. Creo en Oscar, en Jose Juán, en Chus, en Juanmi, en Eduardo. Creo en Juanito, en Pepi, en Inés, en Pedro.

Creo en todos cuántos me ayudáis a vivir. Muchas gracias.

Estas navidades quiero cantar un villancico con vosotros.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Y los reyes vinieron en Agosto...




Este año los reyes tenían prisa. Preveían el frío que iba a hacer estas navidades y se acercaron en agosto. Trajeron una sonrisa y unos ojos grandes y expresivos. Trajeron ilusión y cariño en grandes cajas, que apenas podían sostener los camellos, y un motivo para ser feliz. Este año no seguían una estrella, si no a la luna, que reflejada en dos enormes ojos cantaba una nana. Este año cruzaré los dedos, para que vuelvan a ser tan generosos.







sábado, 5 de diciembre de 2009

Palabrafernalia

Hace tiempo que palabrafernalia se convirtió en una de mis visitas obligadas cada vez que entro en internet. Palabrafernalia es un baúl de pensamientos, alborotados pero perfectamente cuidados, que Miguel guarda con cuidado y va descubriendo poco a poco para que todos podamos degustarlos. En ese baúl te encuentras viejas fotos de infancia, reflexiones escritas en una pequeña servilleta, capaces de conmover a cualquiera, o versos arrancados al sol que derriten sensibilidades. Hoy, por casualidad, me lo he encontrado en Canal Extremadura, y quería compartirlo con vosotros.

¡Con tu permiso primo!

Sera en Escúchame

Normalmente no estoy despierto a esa hora un sábado y aunque he prometido una y otra vez que vería el programa siempre se me pasaba. Ayer decidí grabarlo. Ya era hora. Y justo el día que me decido a verlo por primera vez me encuentro a un embajador de lujo en su primer reportaje. Enhorabuena Sera, sales guapísimo. Enhorabuena "Escúchame" merecéis todos los reconocimientos posibles por vuestra labor.




viernes, 27 de noviembre de 2009

HUERTO EN MARRAKECH

¿Te acuerdas de aquel sur en el rojo verano?

Entré en la breve noche para gozar tu huerto:
rincón de madreselva,
dos pequeños naranjos,
y aquel jazmín tan negro de tanto olor, rodando
la falda del ciprés que sube al cielo.

Bañó el árbol la luna, y se mojó mi boca.
Y qué cansados luego las aguas y las rosas,
el ciprés, los naranjos, el ladrón de aquel huerto.
Y todo fue furtivo:
el alba, luego el sueño.


Francisco Brines

sábado, 21 de noviembre de 2009

Mi amiga 2000

Ya comenté, hace tiempo, en una entrada anterior, no recuerdo bien cual, mi extrañeza ante el hecho de que siempre destaquemos de manera especial aquellas efemérides que se celebran ante la llegada de un aniversario en números redondos. Celebramos las bodas de plata y oro a los 25 ó 50 años de haber contraído matrimonio, los centenarios de los nacimientos o muertes de los famosos, o de los clubes de fútbol, y análogamente todo aquello a lo que podamos hacer una sencilla descomposición factorial en múltiplos de 5 ó 10. Así en números redondos se consigue un disco de oro o platino o agrupamos las divisas de los países.

A nadie se le ocurre hacer la moneda de 3,55, dar un premio por el 37 aniversario de algo o celebrar el quincuagésimo sexto aniversario del club de fútbol.

Yo suelo ser reacio a este tipo de agrupamientos redondeados y brillantemente pulidos y prefiero celebrar números con otro significado como el 1931 o el 1973.

Sin embargo en los últimos días me puse una meta redonda que era alcanzar el amigo o amiga 2000 en el facebook. No es que conozca a mis 2000 contactos de esta red social pero, unas veces como elemento de trabajo, otras como válvula de escape para intercambiar experiencias con conocidos o desconocidos, o como estudio sociológico para conocer la interrelación que puedan mantener personas que nunca considerarías que pudieran coincidir en el mundo, he ido aumentando mi número de "amigos" hasta llegar a esa cantidad.

El otro día, al ver que rondaba los 1950 contactos me puse como meta alcanzar antes del fin de semana los 2000 y empecé a aceptar sugerencias y enviarlas a diestro y siniestro, y esta mañana, al despertar, me he encontrado una solicitud que ni yo había enviado ni nadie me había sugerido. La he aceptado y, curiosamente, era la que completaba el reto planteado.

Ese mismo contacto me había mandado un mensaje quehe abierto después de aceptar la amistad y comprobar que era el número 2000. El mensaje decía, "Soy Vero, la hija de Ana y Andrés, no sabía que estuvieras por aquí".

Casualmente mi contacto 2000 es el número 1 de toda la lista de contactos ya que fue la primera persona a la que conocí de cuantos ahora ocupan esa larga lista de "amigos" de facebook. A Verónica la conozco hace más de 30 años y hace 25 que no la veo. La semana pasada tuve la oportunidad de reencontrarme con sus padres y hermana tras cinco lustros sin habernos visto en persona y hoy ella viene a ocupar ese redondo puesto 2000 entre mis contactos de facebook.

¿Casualidad?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Para ti



¿Bailas conmigo?

Quiero que me sostengas mientras caigo.
Quiero moverme al compás de tus pies.
Quiero que me encierres en tus brazos,
mientras piso tus huellas,
mientras respiro tu aliento,
mientras nuestras siluetas se dibujan a lo lejos,
juntas en la luna.

Que cante para nosotros, suave, la cigarra ,
que ilumine la pista de baile una luciérnaga,
que pisen nuestros pies la fresca hierba,
y se encuentren desnudos,
en un tropiezo fortuito.

Quiero sentir en mi mano el calor de la tuya,
mientras la otra surca tu espalda,
estrechando nuestros cuerpos.
Que mi sexo busque tu sexo.

Quiero dejarme llevar por la dulce melodía,
por la canción que marca mi vida,
por este estúpido compás
de dos por dos, que late por ti.

Quiero que tú marques el ritmo,
de mi baile, de mi vida.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La alegría de hacer llorar

Seguro que les he hecho llorar más veces de tristeza que de felicidad. Aunque quiero considerarme un buen hijo no me siento orgulloso de todas mis acciones en esta vida y, por mi culpa, mis padres han malgastado muchas lágrimas de aflicción que hoy me gustaría poder recompensar. No es fácil. No es cuestión de un gesto penitente ni de un efímero acto de contrición. Es dedicar toda una vida a agradecer lo que ellos han hecho por mí, por nosotros, y reconocer ese enorme sacrificio que han hecho para enseñarnos a vivir.

Sin embargo las lágrimas de ayer fueron de alegría y conmoción. De reencuentros inesperados. De 25 años de espera para un abrazo emocionado. De cientos de anécdotas que se atropellaban. De miles de experiencias compartidas, de vidas comunes que ayer se reencontraron.

Ayer sus lágrimas me hicieron feliz. Porque ellos lo eran. Ayer me sentí especialmente orgulloso de mi familia. De mis hermanos y mis cuñadas. De la ilusión depositada en un día de cuento de hadas, que hoy se plegará en el baúl de los recuerdos, pero dejará en nuestros corazones la alegría de haber devuelto su valor a la amistad, a la familia.

Fue un pequeño homenaje. Sentido, ilusionado. Seguramente merezcan uno cada día. Por su entrega, por su sacrificio, y se lo haremos con esos pequeños gestos, esos detalles, que puedan hacerles sentir lo muy agradecidos que estamos por su tesón.

Pero ayer era especial y, por una vez, me sentí orgulloso de hacer llorar a mis padres.


miércoles, 11 de noviembre de 2009

El efecto mariposa

"Es el efecto mariposa", me explicó el doctor. "En un sistema caótico, como el tuyo", me explicó, "cualquier variación puede provocar que evolucione de la forma más impredecible. Cualquier pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande."

No lo entendí en principio. Aquellos sudores fríos, aquellas taquicardias aceleradas e incluso las alteraciones gástricas que sufría no podían estar provocadas por un patógeno externo. Estaba enfermo. Lo sabía. Y aquel virus que me afectaba iba a acabar conmigo.

Apenas dormía. En toda la semana había contabilizado un máximo de 15 horas de sueño. De lunes a domingo. Poco más de una media de 2 horas diaras. No comía. Tan sólo lo necesario para mantenerme en pie. Incluso en alguna ocasión había sentido como mis piernas flaqueaban y siquiera podían soportar el peso de mi cuerpo, visiblemente debilitado y fútil.

Pedí que me hicieran pruebas. Unos análisis, unas radiografías, un escaner, un TAC... no sabía, algo que detectara aquel mal que me aquejaba. Que sirviera para prescribir aquella enfermedad desconocida.

"El efecto mariposa", aquellas palabras golpeaban mi mente. Busqué la enciclopedia médica de mi madre, consulté a varios amigos médicos y ninguno me supo decir qué clase de diagnóstico era aquel.

Entonces la vi y lo supe. Tan sólo un parpadeo suyo hacía que se estremeciera todo mi cuerpo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Un chusco de pan

Cada vez que veo esta foto de las navidades de 1978 (creo recordar) me pregunto qué hacen en el portal de Belén tres pistoleros, un payaso, un tuno, un marinero o tres sevillanas, pero no es el caso de este cuento.... Yo soy el pastor con sombrero ruso que está abajo a la derecha.


Corría el año 78 y estabamos celebrando la fiesta de Navidad, justo antes de las vacaciones. Habíamos montado un belén viviente. La señorita Bibi nos pidió que fueramos disfrazados para interpretar la escena del nacimiento y que llevaramos al niño algo para comer. Yo me enfundé mi jubón de lana, mi camisa de cuadros, mis botas Katiuscas* y cargué mi zurrón con un chusco de pan y una naranja confiado en que el niño pudiera degustarlos pese a su corta edad.

Durante toda la clase estuve rondando el portal, dónde el niño dormía plácidamente al cuidado de los improvisados María y José. Sonó el timbre y yo me fui quedando rezagado sin salir de clase. La profesora se mostró preocupada e incluso mi madre, intranquila, entró hasta el aula para ver por qué no salía. Yo me negaba a irme, pero tampoco daba explicaciones. En silencio miraba al niño esperando que despertara. Mi madre pronto comprendió la situación y me dijo que dejara a sus pies mis ofrendas.

Tiempo después supe que se trataba de un muñeco y que mis obsequios acabarían con toda seguridad en una papelera. Sin embargo hoy sigo guardando con ilusión mis pábulos en mi ajado zurrón, a sabiendas de que nunca alimentarán la boca para quién los guardé con cariño.


*Katiuscas: botas de goma para el agua.

Etimología:
En 1931 el compositor español Pablo Sorzábal (1897-1988) estrenó una zarzuela llamada Katiuska.
La protagonista de esta zarzuela llevaba unas botas altas.
De ahí el nombre de estas botas. Katiuska es un diminutivo cariñoso del nombre ruso Katia, o sea,
"querida pequeña Katia".
Katia es una abreviación de Ecaterina, equivalente a Catalina en españ
ol.
Ecaterina deriva de la palabra griega Katarios = limpio, puro).

lunes, 2 de noviembre de 2009

El armario


Hoy he decidido ordenar mi armario. Hace unos días la barra que soportaba la ropa con la que había cubierto mis fríos y pudores el último año se había desvencijado. No pudo tolerar el peso. De tanto cargarla terminó venciendo uno de los encajes sobre los que se sostenía, cayendo desordenada por media habitación.

Parte dentro, parte fuera del armario, se mezclaban ropajes de distinto color y textura sin orden ni arbitrio. Allí estaban los alegres tintes de los días de felicidad, junto a los tristes trajes con que de vez en cuando he de disfrazarme para algún evento especial, de colores austeros y apagados.

Saqué toda la ropa del armario, doblando cuidadosamente cada recuerdo para ponerlo con delicadeza y nostalgia sobre la cama, y desatornillé y tiré el anclaje dañado. He puesto uno nuevo, distinto al compañero que soporta el peso al otro lado. Más fuerte y resistente pero más estrecho, apenas se ahorma a la barra de la que de nuevo penden mis ropas. Confío en que con el tiempo y el peso termine cediendo y ajustándose a su nueva realidad.

He aprovechado para cambiar el orden y tipo de ropa. En un cajón he depositado las sutiles prendas de verano y he dejado a mano las fuerzas necesarias para el rigor del invierno. Las lluvias de ayer, y un escalofrío esta madrugada, me han sugerido que pronto entrarán los fríos. Mi cada vez más debilitado corazón agradecerá el calor artificial de estos recios ornatos. Con dolor he ido guardando, quizás para el estío que viene, o quizás para siempre, camisas y camisetas sobre las que se fijaba un olor o un recuerdo para cambiarlas por crudos jubones asépticos de sentimientos.

Mi armario hoy es gris y gélido, pero el sol sigue riéndose de mi al colarse por mi ventana.

Hoy

Hoy que el viento arrecia y eriza mi piel,
y no tus caricias.
Hoy que el sol se esconde detrás de una nube y filtra un rayo,
que no es tu mirada.
Hoy que el aire golpea mis tímpanos y los ensordece,
y no tus palabras
Hoy que la humedad se clava en mis huesos y los entumece,
y no son tus lágrimas
Hoy que busco el calor entre mis mantas vacías,
y no entre tus brazos
Hoy me siento solo, desvalido, yerto,
y no contigo.

martes, 13 de octubre de 2009

Te regalo la luna


Dime que me quieres
y llevaré la luna hasta tus ojos.
Simplemente sonríe
y la haré menguar para tus labios.
Abrázame
y crecerá para dibujar nuestra silueta en su halo.
Ámame
y en su oscuridad
compartiremos nuestros cuerpos.

domingo, 27 de septiembre de 2009

De garulla

Hace algo más de 2 años comencé una serie de cuentos autobiográficos, dedicados a mi infancia, que se centraban, sobre todo, en mi etapa en Galicia. Luego se complementó con alguno extraído de mis primeros años en Briviesca y, con un pequeño salto, llegué a mi juventud en Ceuta. Hoy, hablando con mi amigo Roberto, he recordado un pasaje de mi infancia en Guareña que quiero recrear...

De garulla

Llegamos a Guareña en el verano del 86. Tenía por tanto 13 años recién cumplidos. Tras un año en Plasencia habíamos recogido de nuevo los bártulos y con nuestro hato de ilusiones nos dirigimos a esta localidad pacense, con la intención de alojarnos allí durante los 2 ó 3 años que durara la nueva obra a la que habían destinado a mi padre, el encauzamiento del Zujar y el Matachel.

Vivíamos en un viejo edificio del centro de la población en la calle principal. Apenas recuerdo la distribución y ornamentación de la casa, pero no puedo olvidar su suelo enmoquetado, residencia de ácaros y otras suciedades, que cada tarde nos invitaba a salir de casa para evitar el calor que despedía.

Había pocos sitios donde ir. Era el clásico pueblo de tardes sesteadas y somnolientas, con hirvientes calles vacías, que poco o nada podían ofrecer a unos niños de mi edad y la de mis hermanos, así que nos acostumbramos a acompañar a mi padre a las obras.

Cada tarde nos montábamos en una furgoneta blanca de olor a hormigón, alquitrán y masculino sudor solariego en la que acompañábamos a mi padre y resto de obreros al "tajo" que correspondiera.

Disfrutaba cada segundo con mi padre. Después de años dosificando su presencia en el goteo insufrible de fines de semana, aquellos momentos en la obra eran la recompensa a tantos días de espera. Admiraba (lo sigo haciendo) su trabajo. Idolatraba su capacidad de mando, aunque por entonces era todavía capataz, y soñaba viéndole construir puentes y carreteras tan sólo con sus manos.

Cuando había dado las instrucciones oportunas a "sus" obreros nos dedicaba el tiempo que tanto habíamos añorado mientras trabajaba en Portugal o Andorra.

La obra estaba al pie de la zona de regadío del Matachel. A su alrededor crecían uvas, sandías y melones en un mosaico multicolor que me fascinaba. Cada tarde, a hurtadillas, nos colábamos en alguno de aquellos huertos y sustraíamos alguno de aquellos frutos para después degustarlos en casa. Siempre pensé que sabían mejor porque eran parte de la complicidad con mi padre.


Mi padre nos enseñó un truco. Cada tarde buscaba una sandía determinada. Aquella que previamente el hortelano había cubierto con su jersey. Todavía no sé porque aquel buen hombre seguía haciéndolo, pero cada tarde la mejor sandía del huerto aparecía cubierta con mimo con una sudadera de lana. Nosotros cogíamos la prenda, la cambiábamos de fruto y nos llevabamos aquella que con ilusión había seleccionado el agricultor.

Así pasamos todo un verano. No sé si fue entonces cuando decidí dejar de comer fruta, porque ya no iba con mi padre a buscar la que dormía bajo un jersey de lana.


Hoy soy yo aquel hortelano. Hoy soy yo quien con mimo ha elegido la fruta más sabrosa. Quién la ha visto crecer con ilusión, quién la ha abonado, regado y cuidado. Quién le ha cantado en planta porque así crecía mejor, quien la ha arropado con su jersey de palabras, consciente de que nunca probará su sabor.

Pero mañana volveré a poner mi raída capa sobre sus hombros.

martes, 22 de septiembre de 2009

Increíble pero cierto

Hace honor a su nombre. Es lo primero que piensas cuando escuchas el disco. Puede que el sentido de su título se deba a las dificultades que ha tenido este CD para ver la luz, pero inmediatamente piensas que no, que su significado es claro. Es un disco increíble, pero cierto, por su calidad, por la magia que encierra,tan cierto como que ahora mismo figura entre los discos más vendidos del país por el Corte Inglés. El séptimo a nivel nacional y el decimosegundo entre todos los discos de todos los estilos...

Enhorabuena hermanos. Es para mi un honor poder disfrutar con vosotros de este honor, que no es más que el principio de algo que todos sabíamos. Nos vemos en los grammy Latinos.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Las doce y media


Dame tu piel.
Mezcla cada gota de sudor con el mío,
para volver salados nuestros besos
al recorrer los cuerpos.

Anuda el reloj de tu vida
a mi cadera, hasta que marque
en mi espalda las doce y media.

Abrazame hasta atravesar
mi corazón con un seno.
Y bésame salvaje,
con tu mirada clavada en mi almohada.

Arrópame con tu lengua,
mientras el calor que desprende
mi vida desemboca,
impetuoso,
en un estremecimiento
de tu felicidad.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Ya está a la venta....

Parece increible pero es cierto, y así se llama el disco "Increible pero cierto", el segundo trabajo del desván del duende ya está en el mercado y nos trae 11 nuevas canciones llenas de vida, sentimiento y mucho calor.

Los duendes han crecido. Recuerdo aquellos días en los que mi Hyundai recorría las carreteras extremeñas cargado de instrumentos, cables y aparatos de todo tipo para llevar la música a los más recónditos lugares de la región, Recuerdo cómo aprendimos geografía a base de perdernos y cómo en cada lugar fuimos encontrando el calor que necesitábamos para seguir al día siguiente nuestra aventura. Hoy el desván del duende, esos bichitos extremeños que se escuenden, sacan su segundo disco. Como muestra os dejo un pequeño videoclip de realización propia con la música del nuevo disco para la vendimia de una familia extraordinaria. Espero que os guste.




jueves, 3 de septiembre de 2009

El alquimista


Quise ser alquimista,
tomar en mis manos el plúmbeo sentir que me asediaba
y transformarlo en oro junto a tus labios.

Estudié cada signo de tu naturaleza,
cada guiño o suspiro, cada escalofrío,
y pretendí transformarlos
en símbolo de mi riqueza.

Concienzudamente mezclé,
en una probeta de cielo,
tu mirada con dos palabras;
en un dedal de almizcle,
tus suspiros y tresmil versos;
en un jergón de flores,
tu sonrisa y un te quiero.

Me creí Dimas, Trimegisto o Rumpeltiltzskin.
Quise convertir mis sueños
en realidad sin darme cuenta
de que me equivocaba.

No podía transformar en oro lo que ya es.

No puedo buscar pepitas en tus ojos,
cuando por tu mirada transcurren los valles
de el Dorado.

No puedo convertir en aureas sedas tus caricias,
cuando el mismo sol envidia el brillo de tu piel.

No puedo beber de los auríferos de tus labios,
cuando sólo el contacto de mis besos
contaminaría la fulgurante pureza de los tuyos.

No puedo jugar a ser Dios,
con la misma Palas Atenea.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Invisible - Parte 3

Salió a la calle. El ascensor volvió a recordarle su invisibilidad en un clima claustrofóbico, casi asfixiante, encerrado entre cuatro paredes, tres de ellas de espejo, que se reflejaban unas a otras asaetando su cuerpo.

En cuanto salió del portal corrió a saludar al primer viandante sin obtener respuesta. Corrió de nuevo hacia el segundo con el mismo resultado y así uno tras otro cada uno de los convecinos que cruzaban la calle. Probó a empujarlos, a golpearlos e incluso a tirarles de las orejas, sin que ninguno pareciera inmutarse. Todo su cuerpo parecía desvanecerse al entrar en contacto con cualquier otro.


Asustado se sentó en el bordillo, víctima de una crisis de ansiedad, e intentó calmarse y buscar beneficios a su nueva situación. Un nombre de chica, la misma referencia griega que había escrito en el espejo minutos antes, atravesó su mente y corrió hacia su portal. Toco el timbre, una y otra vez, sin que nadie contestara. Supuso que tampoco sonaría. Esperó a que algún vecino abriera la puerta y aprovechó para entrar. Subió las escaleras de dos en dos y golpeó violentamente la puerta. Nadie la abrió. Esperó sentado en el descansillo.

No habían pasado 10 minutos cuando se abrió la puerta. La chica salió mirando al suelo. Pasó prácticamente por encima suya y continuó su marcha. Intentó llamarla, pero pronto desistió recordando su nueva realidad. Confuso, intentando organizar sus pensamientos, cayó dormido. Un tímido olor a vainilla le despertó. Ella volvía a casa visiblemente nerviosa. Aprovechó cuando abrió la puerta y entró con ella.

Se sentó en el mismo sillón en el que el día antes habían estado viendo la televisión juntos. Ella sin embargo caminaba nerviosa de un lado a otro mirando el móvil esperando una llamada, una respuesta. Entró en el baño para ducharse. Él consideró que era el momento que había esperado durante los últimos 2 años. Poder ver aquel maravilloso cuerpo desnudo. Poder acariciarlo con suavidad sin ser reprendido. Depositar lentamente cada beso que había guardado durante meses quemándole en los labios. Pero no pudo. Un ataque de vergüenza y pudor le hundió en el sofá.



Ella salió semidesnuda. Cubierta tan solo por una minúscula toalla que dibujaba insinuante su cuerpo. Él recordó cada segundo con ella, cada verso que le había dedicado, cada mirada en la que se había sumergido, cada te quiero que no había obtenido respuesta y lloró desconsoladamente.

Volvió a mirar el móvil nerviosa. Buscó en la agenda un teléfono y lo marcó 3, 4, 5 veces. Envió un mensaje rápido que tuvo que escribir varias veces porque el temblor de sus dedos le impedía hacerlo con precisión, y siguió recorriendo la casa en pasos rápidos, imprecisos.

Así pasaron tres días. Él no se atrevía a salir de casa. Prefería seguir sentado en aquel sofá contemplando a su musa, que poco a poco fue espaciando sus visitas. Siempre llegaba nerviosa, consultaba insistentemente su teléfono y tras una ducha rápida volvía a salir de casa. Apenas si durmió 3 ó 4 horas en ese periodo. Él seguía apostado en el sofá, observando cada movimiento con la atención de quien ve una y otra vez su película favorita.

Al cuarto día llegó llorando. Sus ojos mostraban los efectos de varias noches sin dormir y en sus cuencas amoratadas se refugiaban las lágrimas más bellas que jamás hubiera visto.

Abrió un cajón del que que sacó una fotografía de los dos, un vídeo que le había regalado el día de San Valentín y un pequeño cuento dedicado. Pronunció lentamente su nombre y sus labios deletrearon un casi impercetible "Te quiero"

De pronto una figura fue tomando forma en el sofá. Estupefacta se quedó mirando fijamente, con esa mirada hipnótica que le caracterizaba. No podía dar crédito a sus ojos. Allí, en el mismo sofá dónde días antes veían la televisión acababa de aparecer por arte de magia el motivo de sus lágrimas. Corrió hacia él. Lo estrechó entre sus brazos y le preguntó "¿Dónde has estado amigo mío?"

Y tal y como había aparecido se volvió a desvanecer.

martes, 1 de septiembre de 2009

Invisible - Parte 2

Acercó su mano al cristal sin obtener respuesta visual. Allí permanecía estática aquella fotografía que parecía sacada de un catálogo de baños. Sin embargo sus huellas quedaron impresas en el tibio vaho de aquel espejo. Sacudió la cabeza extrañado y sensiblemente contrariado y en un ataque de autoafirmación escribió su nombre. Apareció como una marca de agua en la imagen, sin que en ningún instante apareciera algún vestigio de piel en la silueta.

Acercó su rostro al imperturbable espejo y vio cómo el círculo de su aliento enturbiaba la imagen, que seguía reflejando, ahora de forma borrosa, la pared que quedaba a su espalda.

Instintivamente dibujó un corazón y a su lado un nombre de mujer que rápidamente borró con la mano, dejando un borrón en medio del cristal.

Fue rápidamente al vestidor y cogió la ropa que había dejado sobre la silla la noche anterior. Le pareció paradójico pensar en vestirse siendo invisible. Siempre había supuesto en que si un día sucediera esto caminaría desnudo por las calles. Se vistió automáticamente, giró para verse de nuevo en el espejo, esta vez del vestidor, y comprobó que también la ropa había desaparecido.



Jugó durante minutos a quitarse y ponerse prendas, descubriendo que pese a llevarlas encima el espejo seguía reflejándolas encima de la silla. Lo mismo sucedía con cada objeto que pudiera tocar. Probó a levantar cuanto le rodeaba para comprobar si flotaba en el aire, viendo estupefacto cómo cualquier interactividad con su entorno parecía inalterada. Cualquier objeto que movía aparecia intacto en su lugar inicial, como si nada hubiera sucedido. Era como si existiesen dos objetos, dos prendas o dos realidades. Una en sus manos, y otra en el espejo.

Invisible - Parte 1

Se levantó como cada mañana en la completa oscuridad de una habitación en la que pertinentemente había cerrado herméticamente cada persiana la noche antes, para que no le molestara ni un resquicio de sol al amanecer. Como guíado por raíles recorrió los escasos 10 metros que le separaban del cuarto de baño. Automáticamente encendió la luz sin que sus fotones atravesasen la cortina de legañas que apelmazaban sus ojos y encaró el lavabo, abriendo el grifo del agua fría con el mismo movimiento sistemático y ciego que le había conducido hasta allí.

Enjuagó su cara y cuando los primeros rayos de luz blanca atravesaban sus párpados miró al frente, esperando ver la misma cara melancólica y ojerosa que cada mañana le daba los buenos días. El espejo reflejaba la azulada celosía de la pared, sobre la que descansaba una toalla, otrora blanca, que pendía milagrosamente de un aplique descuadrado.



En principio no se dio cuenta de que algo faltaba en aquel marco reflectante engalanado con chorretones de jabón, gel de afeitar y pasta de dientes, hasta que intentó comprobar su apurado, confiado en aguantar un día más sin usar la herrumbrosa hojilla a la que tan buen rendimiento estaba sacando.

Se acercó al espejo para cerciorarse y comprobó que efectivamente su rostro no estaba. Podía ver perfectamente los azulejos de su espalda pero era incapaz de encontrar su propio reflejo. Pensó que seguía soñando e hizo un esfuerzo intentando despertar de nuevo en su cama. Pero no. Allí seguía, mirando fijamente aquel cristal que mostraba un bodegón inerte de toallas sucias y gres.

jueves, 27 de agosto de 2009

La magia de la vida


Le oí llorar. Era un llanto lleno de vida, reivindicando su lugar en las nuestras. Fue el primer contacto con Alejandro. En la distancia, tan solo ese llanto enérgico que humedeció mis párpados inmediatamente. Mi sobrino acababa de nacer.

Luego pudimos verlo a través de la beteada persiana de neonatos. Ligeramente arrugadito, con los pies aún amoratados por la diferencia térmica. Se empeñaba en buscar sustento, seguramente a su exhausta madre que le esperaba en la habitación. Se movía con esa danza minúscula que sólo los bebés saben ejecutar. Con esa parsimonia que se convierte en un baile hipnótico para quien lo mira.

Abrió ligeramente los ojos, despertando una exclamación unísona entre la expectante familia que miraba tras el cristal. Todos le acunamos en nuestra sonrisa, dibujando para él el nido más placentero entre nuestros labios.

Se irguió, con una fuerza que a todos nos pareció sobrenatural, y pareció dedicarnos su primera mueca de afecto.

Luego pude tocarle. Un segundo, al cruzar el pasillo en busca de su madre. Es suave, tan tierno que las yemas de mis dedos aún guardan su delicadeza. El aterciopelado tacto de un moflete que instintivamente dibujé con mis manos.

Lo he tenido en mis brazos. También un segundo, pero lo suficiente para saber que en mi regazo estará para siempre el calor que necesite.

La vida es magia. Descubrirla de repente, hechizante.

jueves, 13 de agosto de 2009

Inventando

El otro día Jose, el quinto hermano en la amistad, la poesía, la música y, por supuesto, el corazón, escribía en su locura ordinaria un inventario de inventos necesarios que yo completaba con algunos de los que se me ocurrían sobre la marcha. No quiero plagiarle, pero si traerme hasta mi caverna los que dejé en su blog, para compartirlos también con vosotros. Aunque casi todos de mis asiduos lo sois antes de sus letras.

Hoy que, quizás sin razón, me siento triste, abatido y un tanto melancólico. Hoy que mis ojos añoran unos ojos a los que mirar de frente, que mis dedos olvidan en su desmemoria las vías que inventaron para dibujar su suerte, que mis labios se agrietan como arena de desierto, que mis noches acaban de noche y mis días empiezan sin sueño,... Hoy... tengo que inventar:

El despertador de noches en vela.
El pañuelo de lágrimas secas.
El erizador de pieles sin caricias.
El abrazador de hombros desnudos de afecto.
El iris de ojos ausentes.
El besador de labios resecos.


El aplaudidor de conciertos vacíos.
El observador de noches nubladas
El protector del sol de invierno
El abono de corazones en barbecho
El calzado para pies sin camino
El reposo del guerrero sin batalla.

El consuelo del amor no correspondido....


viernes, 31 de julio de 2009

Basta ya


El terror en España vuelve a tener nombre, y vuelve a ser el de la cobardía, la injusticia, el chantaje, la violencia y la barbarie. Vuelve a dejar en la calle la humillante firma de sangre de aquellos que no entienden de respeto, democracia ni derechos. Vuelve a dejar en nuestros rostros desencajados lágrimas de impotencia, rabia y deseos de paz y libertad. Vuelve a dejar en nuestras gargantas un grito unánime contra ETA.

ETA ha vuelto a matar. Ha vuelto a dejar en su abominable lista de deméritos dos nuevos nombres, que se suman a la ira de un país que clama justicia, en contra de la intransigencia, la sinrazón y la dictadura del terrorismo.

Es el momento, una vez más, de mostrarnos todos unidos en contra de esta lacra social. De volver a levantar nuestras manos blancas abiertas para gritar basta ya, porque aquellas que están manchadas de sangre no lo harán. De volver a condenar con nuestros gritos a los asesinos y decirles que no les tenemos miedo, que vamos a por ellos y que ganará la libertad.

domingo, 26 de julio de 2009

Un pequeño aperitivo

Cuando la emoción todavia me embarga y las lágrimas de felicidad vuelven a surcar mis mejillas, cada vez que recuerdo cada uno de los momentos de ayer, no quería dejar pasar el día sin compartir tanta dicha con todos vosotros.

Todavía no tengo el vídeo entero. Tan solo los minutos que permitió la cinta de una de las cámaras y tampoco tengo tiempo para editarlo. Mañana temprano acompañaré a los recién casados hasta el avión en el que despegarán nuevos sueños.

He querido dejar al menos mi dedicatoria y las emotivas palabras de Patricia que nos hicieron estremecer a todos. Son un claro ejemplo de la felicidad que ayer compartimos.




martes, 14 de julio de 2009

La felicidad

La felicidad es de las pocas cosas que si las compartes no se divide, sino que crece. Es el misterio de los panes y los peces, de amebas y protozoos, de mitosis que separan en partes iguales, o incluso crecientes.

Hoy lo he comprobado. Nadie podía menguar la felicidad de Patricia por haber obtenido su plaza, pero todos podiamos compartirla en igualdad de condiciones. Yo al menos lo he hecho.

Es el principio de una gran semana. El inicio de la felicidad suma. Vayan por adelantadas mis felicitaciones.

martes, 30 de junio de 2009

5,56


5,56 de la mañana. Sudoroso me despierto sobresaltado. Por la ventana entra un leve olor a humedad, a tierra mojada, con esa soflama que acompaña a las noches de verano. Somnoliento miro el reloj en el móvil y en mi retina quedan fijos los dígitos. 5,56.

Voy al baño, deambulando y, al salir, dirijo mis pasos instintivamente al ordenador. Sé que me costará conciliar de nuevo el sueño así que decido flagelar mi insomnio revisando la prensa del día que asoma por la ventana.

El navegador está abierto por la página de hotmail, dónde he hecho limpieza antes de acostarme y sólo figura un correo que he dejado en la bandeja de entrada para no olvidar contestarlo al día siguiente. Le doy a F5 para que actualice y abro una nueva pestaña con las noticias del hoy. La isla está sucia y han aparecido ratas muertas que mañana estarán en mi cuenta de críticas en los comentarios.

Vuelvo al correo y con sorpresa encuentro uno tuyo que huele a sompopos y campos guatemaltecos. Aunque breve, esperaba ese correo desde el viernes. Miro la hora de recepción y se me queda grabada en la retina. 5,56. ¿casualidad?






Perro zompopo - Quiero que sepas

viernes, 26 de junio de 2009

Michael Jackson

Nunca he sido especialmente fan de Michael Jackson. Pero su música siempre ha estado ahí, desde mi infancia. Hoy todo el mundo se lanzará a ensalzar sus múltiples defectos y sus innumerables virtudes. Yo, 15 minutos después de que se haya anunciado su muerte, sólo quiero dejarle mi pequeño homenaje.




Otro día se ha ido
Aún estoy solo
¿Cómo puede ser?
Tu no estás aquí conmigo
Nunca dijiste adiós
Que alguien me diga por qué
Te tuviste que ir
Y dejar mi mundo tan frío
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás solo
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Tu estás siempre en mi corazón
No estás sola
Muy sola
¿Por qué?, oh
Ya la otra noche
Creí escucharte llorar
Pidiéndome que venga
Y te tenga en mis brazos
Puedo escuchar tus plegarias
Tus cargas que yo llevaré
Pero primero necesito tu mano
Pues por siempre puede empezar
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Entonces algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tu estás siempre en mi corazón
Y no estás sola
Susurra tres palabras y yo vendré corriendo
Y chica, tu sabes que estaré allí
Estaré allí
No estás sola
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tu estás siempre en mi corazón
No estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque tu estás distanciada
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Porque estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tu estás siempre en mi corazón
Para que tu no estés sola

sábado, 20 de junio de 2009

Dentro de 150 años





Dentro de 150 años,
no nos acordaremos
de tu primera arruga,
de nuestras decisiones equivocadas,
de la vida que nos jode,
de todos estos vendedores de armas,
de los tipos que votan las leyes
allí en el gobierno,
de este mundo que empuja,
de este mundo que grita,
del tiempo que avanza,
de la melancolía,
del calor de los besos
y esta lluvia que se resbala,
y del amor herido
y de todo lo que nos engaña,
así que ¡sonríe!

Dentro de 150 años,
no nos acordaremos
de la vejez que nos llega,
de sus signos de cruz,
del niño que se muere,
de los valles del tercer mundo,
del cazador cabrón
que mata la paloma,
de lo bella que eras
y de las orillas arrancadas.
De los años sin dormir,
100 miliones de hambrientos,
y de las puertas que se cierran
por haberte visto llorar.
De la corte solemne
que condena sin vacilar,
así que ¡sonríe!

Y dentro de 150 años,
ya ni pensaremos en ello,
en lo que amamos,
en lo que perdimos.
Anda, ¡brindemos con nuestras cervezas
por los rateros!.

Acabar todos dentro de la tierra:
!díos mío! !Qué desengaño!
Mira estos esqueletos
que nos miran mal,
y no pongas mala cara,
no les hagas la guerra,
no les quedará nada de nosotros,
no más que de ellos mismos.

Apostaría mi mano cortada
o puesta en el fuego,
así que !sonríe!

Y dentro de 150 años,
amor mío, tu y yo,
seremos despacito, bailando,
2 pájaros sobre la cruz,
en este baile desfasado,
y aún mi visión es amplia.

Quizas habremos vuelto a pasar
muy cerca,
un naúfrago,
pero no hay nada más que decir,
no quiero hacerte creer nada,
amor mío, amor mío,
te echaré de menos.

Pero no hay nada más que decir,
no quiero hacerte creer nada,
amor mío, amor mío,
Te echaré de menos.
pero ¿qué le hacemos?

jueves, 18 de junio de 2009

Versos

Tengo versos que aún
huelen a otros cuerpos,
que mantienen otros nombres
y acarician otros senos.

Versos que gastaron mil te quieros,
que canté bajo la luna o escribí,
con tiza en una pared o
con carmín en la servilleta de algún bar.

Versos que portaban mis deseos,
que mostraban mi pasión
y desfogaban mi sexo en
campos yermos,
que ya olvidé.

Otros guardan desamor,
ira, rencor,
llantos que creí eternos,
rabia, dolor,
sentimientos que se fueron
desvaneciendo.

No son más que palabras que hoy
me traen hasta tus manos.
Que hoy me hacen ansiar tus labios.
Que hoy, me piden beber
tus ojos.

Son palabras que hablan de tí
y olvidan su pasado,
pero también su futuro,
si no es contigo.

martes, 16 de junio de 2009

El tiempo que queda


Banda sonora de la película "Dejad de quererme" (os la recomiendo)


¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo todavía?
Años, días, horas,... ¿cuánto?
Cuando pienso en ello mi corazón late tan fuerte...
Mi país es la vida, cuánto tiempo,
cuánto.

Amo tanto el tiempo que me queda,
quiero reir, correr, llorar, hablar...
Y ver, y creer...
Beber y bailar,
Gritar, comer, nadar, brincar, desobedecer...
No he terminado, no he terminado
Volar, cantar, marchar, y volver a marchar,
sufrir, amar
Amo tanto el tiempo que queda...

No sé dónde he nacido, ni cuando
Sé que no tengo mucho tiempo
y que mi país es la vida
También sé que mi padre decía:
El tiempo es como tu pan,
guárdalo para mañana....

Todavía tengo pan
Todavía tengo tiempo, ¿pero cuánto?
Quiero jugar todavía,
quiero reir en montañas de risas
quiero llorar en torrentes de lágrimas,
quiero beber toneles enteros de vino,
de Burdeos y de Italia.
Y bailar, gritar, volar, nadar en todos los Oceanos.
No he acabado, no he acabado
Quiero cantar
Quiero hablar hasta que se acabe mi voz
Amo tanto el tiempo que queda....


Cuánto tiempo...
¿Cuánto tiempo queda todavía?
¿Años, días, horas, cuántos?
Quiero historias, viajes...
Tengo tanta gente por ver, tantas imágenes,
niños, mujeres, grandes hombres,
pequeños hombres, simpáticos, tristes,
inteligentes e imbéciles,
Es gracioso, los imbéciles, descansan,
como el follaje entre las rosas...

Cuánto tiempo,
¿Cuánto tiempo todavia?
Años, días, horas, ¿cuántos?
No me importa mi amor
Cuándo la orquesta se pare, yo bailaré todavía...
cuándo los aviones no vuelen, yo volvaré solo
cuando el tiempo se pare...
Yo te amaré todavía

No sé dónde, no sé como,
pero te amaré todavía...
¿de acuerdo?

lunes, 15 de junio de 2009

Yo lo que amaba era un pájaro




Hegoak ebaki banizkio
neria izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.

[Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habría escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro].

domingo, 7 de junio de 2009

Hermanos


Hay veces que las fuerzas te flaquean y que con tu raído cayado de endebles yemas, que se resquebraja a cada golpe, intentas avanzar por un camino incierto; ciego, desorientado, intentando localizar con su maltrecho extremo los obstáculos que te impiden el progreso. Con golpes inseguros descubres un bordillo, un escalón, una pared, unos pies que intentan zancadillearte o una señal con la que ibas a chocar, pero de la que nunca descubrirás su significado. Nunca sabrás si te advertía de un peligro o te invitaba a contemplar las vistas, que ironía.

Te ases con fuerza a tu bastón y avanzas firme en una oscuridad aterradora en la que cada ruido es una amenaza y cada hombro puede servir tanto para apoyarse como para chocar con el tuyo y desestabilizarte. Te empeñas en caminar sólo y rechazas las manos que a tu alrededor se ofrecen para acompañarte y guiarte en tu singular itinerario. Tropiezas mil veces y cuando las rodillas te sangran, doloridas, con las cicatrices abiertas de golpes anteriores y piensas que ya no podrás seguir caminando por fin levantas la mano y...

Una mano hermana te saca a bailar. Sientes su calor al lado y mientras suena "señales de humo" del "Desván del duende", recuperas la vista y observas que tras esa mano hay otra mano y otra que hacen una cadena interminable que la naturaleza ha ido tejiendo con hilos de consanguineidad, emoción o sentimiento, hasta componer una malla infranqueable que sabes que siempre te protegerá y te enseñará a encontrar ese camino que buscabas y que por tu ciega obsesión te empeñabas en seguir en círculos concéntricos, cada vez más cercanos a tu propio yo ególatra y egoísta sobre el que girabas neuróticamente.

Aprietas esa mano y bailas como loco al ritmo marcado por otro hermano que desde el escenario observa con emoción como es partícipe de ese sentimiento de fraternidad.

No estaban todos presentes, pero los sentíamos allí. En aquella cadena alborotada que bailaba eufórica encontré las personas a las que quiero y me dan su mano para seguir avanzando, pero también a las que sin estar lo hacen cada día y no siempre lo reconozco y aprecio. Estaba Patricia, sensata y docta, Iván, coherente y emotivo, Raúl, corazón y fuerza, Raquel, comprensión y cariño, ... Pero también Javi, humildad y emoción, Noelia, vida y sentimiento.

A todos gracias porque ayer me volvisteis a mostrar el baile de la vida.


sábado, 6 de junio de 2009

El vuelo de Ícaro


Yo mismo construí mis alas. Encerrado en mi viejo torreón miraba cada día el sol deseando tocarlo. Fui ungiendo en cera cada pluma, que previamente arrancaba a las palomas, cigüeñas y otras aves que osaban posarse entre mis jambas. Era un sacrificio necesario. En principio sufría con su muerte, pero poco a poco fui encontrando placer a aquel segundo de tortura. Retorcía su pescuezo con un movimiento seco, frío, y el leve sonido de su vida esfumándose me originaba un orgásmico deleite. Era necesario, tenía que tocar el sol. No me importaba destruir tanta belleza a cambio de poder tocar con mis dedos el mismo paraíso.

Medí milimétricamente cada ala. Calculé con aritmétrica precisión su envergadura, en proporción a mi cuerpo, para que pudiera sostenerlo y elevarse entre las nubes hasta llegar al sol.

Por fin llegó el día. Así las alas a mi espalda con la fuerte soga del campanario. Con dos pequeños cordones las até a mis manos para poder imitar el vuelo de los pájaros. Eché a correr y agité nerviosamente mis brazos. Comencé a caer. Mis movimientos arrítmicos y descompasados me impedían volar. Intenté tranquilizarme. Cerré los ojos y visioné el sueve movimiento de un ave del paraiso. Desplegué mis alas y remonté el vuelo.

Pasé por encima del torreón que acababa de abandonar. Con presunción y jactancia sobrevolé las plazas del pueblo, mostrando a todos mi bella envergadura alada. Miré fijamente al sol, aquel que desde niño había ansiado tocar, y dirigí mi vuelo hacia él.

Poco a poco sentí el calor de la cera derritiéndose por mi dorso. Iba ulcerando mi espalda con fuertes quemaduras que soporté convencido de que el objetivo compensaría con creces aquel dolor. Con los ojos clavados en el sol mi ceguera impidió que viera las plumas cayendo bajo mi sombra. Continué ascendiendo unos minutos y empecé a caer.

Mis ojos solo ven el suelo mientras caigo. Me quedan segundos de vida. Nunca debí ansiar el sol. Los hombres no sabemos volar.

miércoles, 3 de junio de 2009

La feria


Recuerdo mi infancia. Aquellos años en el Inés de Suárez en los que eramos los primeros en sentir las fiestas. Nuestro patio se reducía a la mitad pero nuestra curiosidad se multiplicaba, adentrándonos entre casetas, caravanas, camiones y animales de toda índole, para averiguar qué nuevas atracciones nos deparaba cada feria.

Boquiabiertos, entre gritos de sorpresa y alaridos de exclamación íbamos descubriendo una noria cada año más grande, un barco vikingo cada vez más imponente, o una nube, que cada feria alcanzaba más alto. Sorteábamos perros, anclajes y lonas para ser los primeros en ver de cerca la magia del ferial. Aquel vetusto recinto recogido en la Coronación, ordenado con milimétrica perfección para que unas atracciones no chocaran con otras.

Eramos los primeros en percibir el olor a almendras garrapiñadas, a algodón de azucar, a manzanas caramelizadas, a turrones, a gajos de coco regados con agua dulce y a churros. Los primeros en descubrir el muñeco de moda para las tómbolas; la muñeca chochona, el perrito piloto, el gusano... ¿cómo se llamaba el gusano? Los primeros en lloriquear en los coches chocones para conseguir una ficha gratis o en abrir los ojos como platos al ver las iguanas, los peces de colores o los loros de la caseta del siempretoca.

Sabíamos que nos jugábamos un castigo. Que si Juan, Alonso, Faustino o Ángel nos vieran allí nos ganaríamos la bronca del siglo y tendríamos que escribir del uno al mil en francés o un capítulo entero del conde de Montecristo... pero nos daba igual, siempre quedaría la ilusión de ser los primeros niños en ver la feria de Plasencia.

Hoy me pasa lo mismo. La feria no empieza hasta mañana, pero yo, no se lo digáis a nadie, he quedado con mis amigos para empezar a sentirla.

martes, 2 de junio de 2009

El desván del duende en la feria de Plasencia

Pues sí. Regresan a Plasencia después de casi dos años de ausencia. La última vez fue para presentar su primer disco y ahora vuelven con otro casi de la mano, a falta tan solo de unos días para que esté en el mercado. Como aperitivo nos quedan el que será su primer single... (los días son aburridos)

Espero que os lo sepáis para el sábado....




El concierto será el sábado a partir de las 11 de la noche en el pabellón del Berrocal. Quiero veros a todos allí.

¡Ojo al cambio de ubicación por posibilidad de lluvia, es en el Berrocal no en Torre Lucía!

lunes, 1 de junio de 2009

He perdido una boda...

La política, como casi todas y cada una de las facetas a las que uno puede dedicarse en esta vida, está también unida a una serie de anécdotas que la hacen a veces divertida, siempre que el desenlace sea feliz, como es el caso.

No sé si aquí contado conservará la gracia que la incidencia tuvo en su momento, al menos para mí. Espero que sí.

Fue el pasado sábado. Aunque oficialmente no me tocaba volver a casar hasta agosto, y sentimentalmente hasta el 25 de Julio, un par de compromisos personales me llevaron a enfundarme de nuevo la medalla municipal para oficiar dos ceremonias civiles que habían de celebrarse en tan solo media hora en dos puntos de la ciudad nada cercanos. A la 1 en el Parador y a la 1,30 en la despensa de Extremadura. Así rezaba (aunque fueran por lo civil) en las actas que cuidadósamente guardaba para tales ocasiones.

Para agilizar los desplazamientos decidí usar la moto, que si bien no es el mejor vehículo para ir en traje y zapatos sí me posibilitaba llegar a ambos sitios con el tiempo necesario.

La primera boda transcurrió con normalidad. Aunque hube de salir corriendo sin poder pulsar la opinión de los contrayentes sobre la ceremonia me consta que les gustó.

A la salida comenzaron los problemas. Dos coches bloqueaban el aparcamiento de la moto y haciendo acopio de mis escasas fuerzas, más debilitadas aún ese sábado por la mañana por detalles que no vienen al caso, tuve que sacarla casi a pulso del lugar, dilapidando los 4 ó 5 minutos que tenía de margen para llegar con tranquilidad y relajado a la despensa de Extremadura. Por el camino fui sorteando como pude vehículos, peatones y otros elementos viarios cual Valentino Rossi, aunque a punto estuve de parecerme a Carlos Checa en un par de ocasiones.

Cuando llegué a la despensa un frío escalofrío recorrió mi cuerpo. La falta de público alrededor hacía presagiar que las cosas no marchaban bien. Recorrí alocado todas las salas y salones del restaurante y por allí no había ningún vestigio de boda. Uno de los comedores se encontraba completamente montado y preparado para alguna celebración pero por ningún lado aparecían los celebrantes. Pregunté en el bar y me confirmaron mis dudas. Allí no había ninguna boda, tan solo una comunión.

Como comuniones por lo civil no oficio (todavía) salí corriendo desesperado sin saber qué hacer. En algún lugar de Plasencia me esperaban Adrián y Carolina para contraer matrimonio y yo no sabía cómo localizarlos. El único teléfono de toda la boda que tenía a mi alcance, el de Adrián sonaba en algún lugar sin que nadie se parase a contestarlo. Imaginé lo incómodo que es ir vestido de chaqué con el teléfono en el bolsillo.

No sabía qué hacer y, desesperado, encaminé mi moto hacia el alfonso VIII por si sonaba la flauta, o el teléfono, mientras tanto... pero, tampoco era allí. Frente a Correos, y sin saber cómo actuar decidí llamar a la policía y... os transcribo el diálogo por qué fue de lo más surrealista.

- Policía local....
- Buenos días, Soy Juan Carlos, concejal de desarrollo sostenible, creo que lo que te voy a pedir no te lo han pedido nunca, pero... no sé que hacer... he perdido una boda
- ¿Cómo que has perdido una boda?
- Sí. Tenía que casar una pareja en la despensa de Extremadura y allí no están...
- ¿Y qué quieres que yo le haga?
- Búscamelos, por favor. En algún lugar de Plasencia tiene que haber una pareja, con sus invitados, sus flores y su arroz esperando a un concejal....
- ¿Cómo?
- Si. Hazme el favor y llama a todos los hoteles, menos al Alfonso VIII y la despensa, y pregunta si les falta alguien para una boda....
- De acuerdo. Te llamo cuando sepa algo....

Al cabo de un rato el teléfono sonó. En el hotel Azar había un par de docenas de invitados achicharrándose al sol esperando a un oficiante que no llegaba. De nuevo a la carrera y sorteando el tráfico llegué con más de media hora de retraso, esta vez sí, al lugar de la ceremonia, ante la estupefacción de los convidados que, todo hay que decirlo, rápidamente entendieron la situación, la disculparon, y disfrutaron de una celebración que creo que nunca olvidaremos ninguno.

martes, 26 de mayo de 2009

Si te fijas es Alex (parte II)

Hipotermia


Me sorprendió el sol a mis espaldas
mientras miraba al mar buscando
tus ojos.

La arena se mostraba fría, dura,
y el gélido atlántico constreñía mis pies.

Sin embargo seguí andando,
adentrándome
en el agua, hasta oler su sal.

Había llegado a mi ventana
esta mañana temprano, ese ácido hedor,
que me embriaga,
de crustáceos y algas marinas.

Lo fui buscando.

Dejé mi ropa sobre la arena
y pese al frío de la mañana,
y el lacerante piélago
sesgando mi respiración,
continué andando.

Poco a poco empecé a notar
síntomas de hipotermia.
Comencé a sentir un dolor agudo
y me encontré sólo en la inmensidad
del ponto.

Sin embargo una masoquista mezcla de placer
y tortura se apoderó de mi,
cuando me vi abrazado por sus aguas.

Duele caminar hacia ti,
pero sólo verte compensa
tanta aflicción.

Escrito para Nuevas Ilusiones el 17 de abril desde la playa de A Coruña. Hoy he vuelto a sentir ese frío.

jueves, 21 de mayo de 2009

Cada día más feliz.


Creo que puedo distinguir su cara. Sus facciones que aún no encuentran parecidos pero que ya muestran una plácida sonrisa que se me ha contagiado y no puedo evitar. Puede que esté equivocado y dónde creo ver la tez más bonita del mundo sólo haya un codo, un hombro o una pierna, pero sin mucho esfuerzo puedo imaginarme su carita, sus ojos cerrados en un agradable sueño, su pequeña nariz chata y unos labios sonrientes que reflejan el cariño que ya recibe en su placenta.

Hoy mis brazos adoptan la forma de su cuerpo, diminuto, delicado, esperando acogerlo en sus sueños. Mi voz entona una nana arrítmica, desentonada, pero que adquiere compás en la pasión que le empeño. Mis ojos se pierden en la profundidad de los suyos y mis labios comprueban en delicados ósculos la temperatura de su breve cuerpo. Hoy sueño que ya ha nacido y lo arrullo mientras duerme, con una canción feliz como él me hace. Hoy descuento días en mi calendario para sumarlos al suyo, me hago más feliz a medida que se acerca.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Recuerdos

Siempre he dicho que no necesito guardar objetos que me lleven hasta los recuerdos. Que los imborrables los guardo en un lugar de mi memoria al que recurro cuando los necesito. Siempre he mentido. Hoy me he dado cuenta de ello.

Esta mediodía, al llegar a casa de mis padres a comer (emancipación por escalas), mi madre estaba haciendo limpieza. Han decidido aprovechar la jubilación de mi padre para hacer obras y, de paso, quitarse del medio todos aquellos cachivaches que durante años hemos acumulado y que estorban innecesariamente por doquier.

En la que fuera habitación de mi hermano Iván me han dejado una caja de plástico que durante años ha dormido bajo una cama sin que nadie reparara en su contenido. Mi madre me ha instado a revisarla y tirar todo aquello que no valiera. He estado a punto de no hacerlo siquiera. De volcar su contenido sobre una bolsa y dejarla en el contenedor más próximo en busca de ser reciclado. Sin embargo, al mirar de soslayo, una carpeta azul de gomas me ha llamado la atención. De repente han venido a mi memoria mil recuerdos de Ceuta asociados a esa carpeta y, de forma casi paranoica, me he puesto a revisar su contenido.

En ella he encontrado todos mis artículos escritos para el Pueblo y el Faro de Ceuta durante mi servicio militar. Decenas de historias, reflexiones o entrevistas que le dan sentido a algo tan incomprensible como el sacrificio de 9 meses de mi vida al que aún no encuentro razón, si no es a través de esas palabras escritas en dos tabloides.

Junto a ellos ha aparecido una pequeña libreta de muelle en la que plasmé mis sentimientos durante aquellos meses. Poemas, reflexiones y hasta las partes de un cetme han saltado a mi memoria tras una rápida ojeada a sus páginas amarillentas.

Más abajo he encontrado varios ejemplares de Diario Mérida y Diario Badajoz, en los que mi nombre figura junto a ácidas críticas a la vida romana de aquellos años, algunos números de las primeras revistas del CJEx y cientos de fotos en las que un tipo parecido a mi, pero más delgado, mira con optimismo al futuro, sin saber que su mirada se cruzará con una parecida que mira con nostalgia al pasado.

He estado repasando los poemas, los artículos, las entrevistas, las fotografías y me he dado cuenta de que sí eran necesarias.

A partir de hoy creo que guardaré más recuerdos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetti, in memoriam

¿POR QUÉ CANTAMOS?

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

usted preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por qué cantamos

cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

sábado, 16 de mayo de 2009

En un segundo

Creo que he cerrado los ojos. No estoy seguro. He visto salir el balón de sus manos y durante ese segundo que tarda en llegar al aro he cerrado los ojos. Ahora estoy seguro. He debido hacerlo y en ese breve lapso de tiempo ha pasado por mi mente toda la temporada.
Ha pasado la iusión del inicio. La incertidumbre de ver gotear la información sobre los fichajes. Los debates sobre quién renovarías o quién no. La alegría por ver quedarse a algunos, la tristeza de ver marchar a otros, como tantos durante 10 años, que luego encontrarás en otras canchas, defendiendo otros colores con la misma pasión que han defendido los tuyos.
Han pasado las primeras alegrías convertidas en victorias, la emoción de volver a sentirse primero. Los gritos y cánticos de la afición, los bailes de Monfragüin; la primera frustración en una derrota inmerecida, las primeras decepciones ante el mal nivel de los arbitrajes.
Han pasado cien lesiones, quizás más; las lágrimas de sentirse roto y perderse media temporada; una patada a una silla, un abrazo que encierra el resumen de un partido por encima de cualquier valoración.
Han pasado miles de kilómetros en autobús; decenas de películas entre bostezos y hasta los comentarios desafortunados pero hilarantes del locutor de la televisión local de Jerez.
Han pasado decenas de cafés en un restaurante, cada día en uno distinto, alguna caña y algún vino, alentando los mismos comentarios lastimosos de temporada tras temporada, planificando un mundo mejor, en el que subiríamos a ACB.
Han pasado derrotas catastróficas, victorias agónicas, pérdidas por la mínima, triunfos aplastantes.
Ha pasado cien nombres de jugadores, comentarios con chispa, locuciones para olvidar, una temporada dedicada de mi voz a una voz en la sierra.
Ha pasado la ilusión de una ciudad, la emoción contenida, el silencio de ese segundo... y la frustración de ver un balón golpear el hierro y salir despedido junto a mil sueños, a mil respiraciones sostenidas en la pasión de un jugador local, Pedro Blázquez, que hoy me ha hecho sentirme orgulloso de ser placentino.
He apagado mi micro. Lo he guardado en su bolsa hasta la próxima temporada. Escuchará otros nombres, no sé si quizás otra voz, pero seguirá ahí, otros 10 años, esperando que, algún día, esa canasta entre y las lágrimas, esta vez, sean de alegría.

martes, 12 de mayo de 2009

In memoriam (Antonio Vega)



Podía haber recurrido a la chica de ayer, o al sitio de mi recreo, pero ambos se encierran en esta canción.

Y ahora una versión en español de una canción que colgué hace unos días. Como no, en la voz de Antonio Vega.




sábado, 9 de mayo de 2009

Aún no te he dicho nada


A veces creo habértelo dicho todo ya,
haber agotado mi léxico para describir
mis sentimientos.

Rebusco entre poetas desconocidos
un verso que aún no haya pronunciado
o la inspiración de un rasgo,
un gesto, que me haya pasado desapercibido,
que no haya destacado. Para descubrir,
que aún no te he dicho nada.

Sólo he esbozado
pobres palabras, apenas un borrador
para describir tu voz.
Para decir que su tono,
su timbre, su melodía,
no son solo dulzura, no solo miel
para mi oído, sino un bálsamo
de paz, que aún no he alcanzado.

Aún no he dicho nada sobre tu mirada.
Siquiera habré balbuceado
sonidos básicos para describir su hechizo,
para denunciar el rapto de un segundo
con que condenan para siempre
mi mirada al ostracismo de su encanto,
a ser rehén de su magia
y esperar un parpadeo,
para poder respirar.

No he alcanzado poder acaso mencionar
tus labios.
Rústicos fonemas, abruptas expresiones
de admiración que se atragantan en
mi boca,
al no poder pronunciar un beso.

Siguen faltándome palabras,
igual que siguen faltándole caricias
a mis dedos, para con sus yemas
construir un nuevo lenguaje,
que describa tu piel.

jueves, 7 de mayo de 2009

miércoles, 29 de abril de 2009

Juntando

Uno de los principales problemas de nuestra vida es intentar vivir los momentos buenos, los momentos excecpionales, de forma individual.

Viajamos, disfrutamos de un paisaje, de un momento, de un episodio de nuestra vida como si no fuera a repetirse y lo reiteramos en nuestra consciencia hasta el infinito, poniéndolo como ejemplo de un instante extraordinario que nunca volverá a suceder.

Esos momentos los encuadramos en un marco que contiene una fecha, tiempo, un enclave, lugar y unas personas, compañía, que en ese pasaje consideramos inigualables y que le aportan un grado de excepcionalidad difícilmente alcanzable.

Sin embargo llega un momento en que todos esos instantes de tu vida pasan secuencialmente por tus ojos en tan solo unas horas y eres capaz de identificarlos en cada rincón, en cada sonrisa o en cada mirada cómplice de un día determinado.

Hoy me ha sucedido. Paseando por las calles de Heidelberg me he encontrado con sueños perdidos en paseos por Gijón, en miradas de asombro aliviadas en una iglesia de Amsterdam, en promesas rotas bajo la puerta de Toledo, en suspiros expirados en los túneles de Valvidriera, en un lamento escupido en la falda del Gobela o en una lágrima que se escapa ría abajo en las aguas del Sil.

Esta ciudad, y la gente que me acompaña, son capaces de concentrar todos esos sentimientos pasados y demostrar que la vida no se vive una sola vez, sino que si luchamos podemos disfrutarla en lugares y personas con los que, posiblemente, nunca hubieramos contado.