lunes, 2 de noviembre de 2009

El armario


Hoy he decidido ordenar mi armario. Hace unos días la barra que soportaba la ropa con la que había cubierto mis fríos y pudores el último año se había desvencijado. No pudo tolerar el peso. De tanto cargarla terminó venciendo uno de los encajes sobre los que se sostenía, cayendo desordenada por media habitación.

Parte dentro, parte fuera del armario, se mezclaban ropajes de distinto color y textura sin orden ni arbitrio. Allí estaban los alegres tintes de los días de felicidad, junto a los tristes trajes con que de vez en cuando he de disfrazarme para algún evento especial, de colores austeros y apagados.

Saqué toda la ropa del armario, doblando cuidadosamente cada recuerdo para ponerlo con delicadeza y nostalgia sobre la cama, y desatornillé y tiré el anclaje dañado. He puesto uno nuevo, distinto al compañero que soporta el peso al otro lado. Más fuerte y resistente pero más estrecho, apenas se ahorma a la barra de la que de nuevo penden mis ropas. Confío en que con el tiempo y el peso termine cediendo y ajustándose a su nueva realidad.

He aprovechado para cambiar el orden y tipo de ropa. En un cajón he depositado las sutiles prendas de verano y he dejado a mano las fuerzas necesarias para el rigor del invierno. Las lluvias de ayer, y un escalofrío esta madrugada, me han sugerido que pronto entrarán los fríos. Mi cada vez más debilitado corazón agradecerá el calor artificial de estos recios ornatos. Con dolor he ido guardando, quizás para el estío que viene, o quizás para siempre, camisas y camisetas sobre las que se fijaba un olor o un recuerdo para cambiarlas por crudos jubones asépticos de sentimientos.

Mi armario hoy es gris y gélido, pero el sol sigue riéndose de mi al colarse por mi ventana.

3 comentarios:

RAIKO dijo...

Querido Juan Carlos, para mí los armarios tienen unas connotaciones un tanto... cómo decirte, desolador. Igual en vez de usarlos para lamentar la realidad, deberías utilizarlo para guardar aquello que no quieres ver. Es más aséptico y, sobre todo, mucho más práctico... Un abrazo.

Juan Carlos dijo...

Gracias Raiko. Lamentablemente el armario es algo que hay que abrir y cerrar todos los días, o casi todos, para decidir con qué te disfrazas cada mañana. Si con la sonrisa de los viernes o con la malhumorada mueca de los lunes. Si quisiera guardar algo para no verlo utilizaría un baúl o un cofre, que es quizás este último donde merecerían guardarse las prendas a las que me refiero en mi entrada por su incuestionable valor. Sin embargo a veces, aunque no queramos, debemos cambiar el fondo de armario y sacar y proteger toda esa ropa que ya no nos ponemos, no nos queda bien, o símplemente no iba con nuestra imagen.

Un fuerte abrazo amigo.

Anónimo dijo...

Recomendación!!!!
Deja de colocar ropajes y armarios. Ve desnudo,así te ahorraras el elegir si frío o calor, color o descolor!!!

Cuky ;)

DesNuDaTe!!!