lunes, 31 de mayo de 2010

Momentos

Estaba a punto de soltar el aldabón sobre la puerta cuándo se paró un instante a reflexionar sobre aquel momento en que su vida había dado un giro inesperado para llegar al actual.

Y es que aunque resulte redundante, pensó, la vida es una secuencia de momentos que derivan en otros momentos, y así sucesivamente, estando cada detalle de nuestra vida, incluso antes, marcado por una decisión puntual en un momento, repetía, concreto.

Incluso el acto de nuestro nacimiento, en el que todavía no hemos influído con nuestras decisiones, viene dado por una serie de circunstancias anteriores que lo originan. Cómo se conocieron nuestros padres, cómo decidieron unir sus vidas, o mucho antes... cómo lo hicieron los suyos.

Recordó sus manos sucias rebuscando entre la basura algún producto caducado desechado por el supermercado del barrio en que dormía. Llevaba 2 meses en aquella barriada y nunca le había faltado una pieza de fruta, algún yogur o una loncha de fiambre perecederos que llevarse a la boca. Tenía que estar en el contenedor a las 21,15, la hora exacta en que cerraba el establecimiento, si no quería perderse los productos más ansiados por los rebuscadores de la zona. Un día incluso había podido sacar intacta una paletilla de jamón ligeramente picada con la que celebró su particular nochebuena en febrero.


Recordó cómo aquel día en que todo comenzó ¿o había empezado mucho antes? había tenido un pequeño incidente con otros vagabundos, que le llevó a perder su turno en el contenedor del supermercado, viéndose obligado a rebuscar entre la basura de una comunidad de vecinos cercana algún alimento con que saciar el hambre.

Fue allí dónde, entre restos de una cena de pizza fría convenientemente encerrados aún en su caja, encontró aquella fotografía que le trasladó a su infancia.

3 comentarios:

Miguel Vivas dijo...

Las tragedias cotidianas, justa y precisamente por su cotidianeidad, deberían ser mucho más trágicas de lo que la sociedad se empeña en vendernos. Un abrazo.

Sofía Garzón dijo...

La vida que sobrevive, es una porquería, imperdonable resulta sentir lástimas o compasión por ello. Si ocurre así, entonces, no hay un autentico reconocimiento.

Nerina Thomas dijo...

e ve esta película en todos lados, en todo país, en toda ciudad. Es lamentable amigo.
Mi cariño