Noche de fados y flamenco,
de sensibilidad a flor de piel,
de luna de sandía y amplias sonrisas,
de ojos azules.
De miradas cautivadoras que no puedo olvidar,
de una voz temblorosa que rompe la oscuridad,
de un piano que cruza el silencio,
y una guitarra que se deja acariciar.
Del sentimiento hecho canción,
de reproches sin nombre
ni dirección.
De sentirte cerca, de compartir emoción.
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