viernes, 20 de junio de 2008

Una mala noche la tiene cualquiera

Me desperté con sueño. Los ojos se me pegaban legañosos y un fuerte dolor de cabeza, que empezaba en la zona occipital y se centraba como un pinchazo en el vértice del frontal, casi en su confluencia con el hueso nasal, me hacía presagiar que no había sido una buena noche.

Apenas recordaba nada, confuso intentaba ordenar ideas, pero el tremendo dolor de cabeza, que me latía como si fuera a estallar, me impedía razonar con cordura.

Intenté abrir un ojo. Los párpados prácticamente se habían soldado uno al otro dejándome apenas un resquicio para ver la hora en el despertador. Me observaba atónito desde el suelo, víctima seguro de un ataque de histeria. Marcaba las 14,27 y un parpadeo rojizo me amenazaba con hacer sonar de nuevo la alarma, que automáticamente había ido retrasando desde su primer alarido a las 9 de la mañana. Con un enorme esfuerzo conseguí desenchufarlo y sus números se desvanecieron, dejando en mi retina el brillo de sus cuatro dígitos, 14:28.

Un escalofrío me recordó que estaba completamente desnudo. Palpando con los pies localicé mi pijama arremolinado junto a las sábanas al final de la cama. Intenté girar sobre mi costado derecho y sentí que un frío cuerpo extraño me lo impedía.

No quise mirar. Volví a retroceder a aquella noche para explicar aquella presencia en mi cama. Pero no lo recordaba. Otra vez el dolor de cabeza se interponía entre mi consciencia y mis recuerdos. Vagamente recordé cómo había ido a la desesperada. Como poco a poco había ido reduciendo las exigencias, pero era incapaz de recordar su nombre, ni siquiera su aspecto.

Me arrastré hacia mi izquierda tímidamente. Dejando un hueco entre los dos que me permitiera poder observar con perspectiva.

Un frío sudor me impedía girarme y comprobar la realidad. No podía equivocarme de nuevo. Eran ya demasiados errores. Demasiadas burlas después por parte de mis conocidos. Esta vez lo callaría. Mantendría aquella noche en el más estricto secreto.

Poco a poco me fui girando a medida que abría los ojos y de nuevo se cumplieron mis peores presagios.



Abierto, por la última página, yacía sobre mi cama el último bestseller que había entrado en mi biblioteca.

3 comentarios:

CuKy dijo...

DE nuevo una historia real, y con un final inesperado.
Creo que más de uno puede sentirse identificado, una servidora, la primera..jajaja...

SIGUE DELEITANDONOS CON TAN PRECIADOS Y DIVERTIDOS RELATOS!!!

A POR EL SIGUIENTE!!

José Manuel Díez dijo...

jajajaja!!

Qué personajeeeeeeee!!!

(Oye, lo de las estadísticas del contador de visitas no me entero... y, además, pueden ser vistas por terceros...)

Ya lo hablamos.

CuKy dijo...

otro con la estadística?!!!!! ESTO ES UNA PLAGA!!!
Jose....aún no se como te haces caso de Juacar...jajajajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajajaja!!