martes, 6 de enero de 2009

Cuentos de África - La bella Fatiha XIII

El viaje a través de Marruecos no fue sencillo. Si dura fue la travesía por el desierto no menos lo fue el calvario que tuvieron que sufrir para atravesar el país magrebí. Durante el día intentaban avanzar lo más posible, siendo atracados continuamente tanto por maleantes como por los mehanis, los carabineros marroquies que eran aún más despiadados que los propios asaltantes.



Mirenne, Fatiha y Emmanuel decidieron juntar su dinero y repartirlo equitativamente entre los tres para no perderlo todo en caso de que uno de ellos fuera atracado. Viajaban en una piña y a cada maleante o militar que les asaltaba le ofrecían cierta cantidad de dinero para que les dejara continuar. Poco a poco vieron como sus pertenencias iban menguando considerablemente a sabiendas que aún les quedaba la parte más cara del viaje. El paso por la frontera española.

Mientras tanto el embarazo de Fatiha era cada vez más evidente y el camino se volvía más pesado y dificil. Las defensas de la Malinesa empezaban a flojear y fue Mirenne quien sacó fuerzas de flaqueza para ayudar en sus últimos días de camino a su compañera y amiga.

Las atenciones médicas de Emmanuel permitieron que el embarazo siguiese su curso y sus continuas muestras de cariño se fueron transformando en un amor mutuo que les permitía pensar en un futuro juntos y alentarse para la aventura.
Unidos por un mismo sueño alcanzaron Fahama, el último punto de parada antes de llegar a Ceuta.

Las fuerzas eran mínimas, el dinero apenas llegaba para el paso de uno de ellos por la frontera y de los 10 viajeros que partieron de El Aiun tan solo 7 habían llegado hasta la pequeña meseta marroquí, Mirenne, Fatiha y Emmanuel entre ellos. El resto habían ido abandonando la expedición por el camino por falta de fuerzas o por falta de dinero.



Se cobijaron junto a un gedi, una especie de estanque natural formado por el agua de lluvia, y decidieron pasar allí 2 ó 3 días para descansar, recuperar fuerzas y afrontar el asalto definitivo a la frontera. Como no tenían dinero suficiente para los 3 habían decidido buscarse la vida por su cuenta, evitar a los mehanis hasta llegar a la frontera y buscar allí algún acceso.

Unos pastores de Fahama les indicaron que no era difícil, que bajo la valla había 3 ó 4 pasos de agua por los que podían colarse en tierras españolas y que una vez en Ceuta sólo tenían que entregarse a cualquier militar, les mandaría a Calamocarro y allí ya les indicarían como sobrevivir y quedarse en España. Decidieron intentarlo así y si no, en última instancia, pagar el paso de Fatiha, quien se negaba a abandonar a sus compañeros sin al menos intentarlo antes los tres juntos.