Normalmente los viajes se organizan buscando un determinado destino. Sin embargo el destino no tiene por qué ser exclusivamente un enclave geográfico, y es a veces él, el propio destino, el que elige lugar, compañía y motivos y te lleva a un momento, un instante de tu vida.
No se trata del lugar, pudo ser cualquiera y fue una coincidencia, una casualidad más, acabar en Robledillo de Gata. Se trata de las personas. Y es que a los sitios no los hace maravillosos exclusivamente su entorno, inigualable en este caso, sino lo que en ellos vivimos, y puedo asegurar que estos tres días en la sierra han sido mágicos gracias a las cuatro personas que me acompañan en la foto.
Si en alguna ocasión alguien me dice, se juntan 2 placentinos, un nicaragüense, un vasco y un segedano y se van a Robledillo... pienso que es un chiste y que al final ganarán los placentinos, pero no, en esta ocasión nos echamos unas risas, pero ganamos todos.
3 comentarios:
Jooo, menuda envidia, y que recuerdos... En la Taberna del Marqués... Por alli se echa en falta una cacereña. Por cierto chicos y ¿¿los moviles dónde están?? jeje
Gracias ermanina. No será porque no te dijimos que vinieras, se te echó muchísimo en falta.
Ah! y los móviles desaparecieron porque son un elemento peligroso en manos de un ebrio enamorado.
¿Y tú eres el manager?... jejeje!!
La verdad que el viaje a Robledillo fue un alto en el camino recomendable para todo mortal. Y, tienes razón, el sitio es lo de menos, la compañía es lo de más.
Un abrazo JuanCar.
Hay que repetirlo... o mejorarlo.
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