martes, 14 de agosto de 2007


Creí que estaba solo en casa. Me había asegurado de cerrar bien la puerta cuando salió el último invitado y no quedaban abrigos en el perchero. Intenté recordar el orden en que habían salido y vi desfilar ante mi memoria a todos y cada uno de mis amigos, los que habían estado allí aquella noche, e incluso alguno que no había estado, pero recordaba perfectamente la última vez que vino a visitarme.


Sin embargo algo me decía que no estaba solo. Un ruido en la cocina confirmó mis dudas y hasta allí corrí a ver quién se había despistado. Pensé en Jose, buscando algo qué comer. Cuando abrí la puerta de la cocina ví que no era él. Era un recuerdo tuyo, mirando cómo se hacían unos langostinos en la plancha. Abrí la puerta de la terraza para que se fuera el olor y junto a él te evaporaste.


Un ruido en el comedor. Otro recuerdo tuyo dormía en el sofá, con ese leve ronquido que produces cuando tienes problemas de garganta, los días 26 de cada mes. Fui a acariciarte la espalda como te gusta y desapareció. Cuando volví la cabeza por el pasillo venía otro recuerdo, traías los ojos enrojecidos de llorar en el baño y tus pechos, desnudos, intentaban hipnotizarme. Antes de llegar al recibidor se había desvanecido.


Fui a tomar aire al balcón, y un recuerdo tuyo miraba embelesado los caballos. Fui a echarte el brazo por encima y en mi regazo te desintegraste.


Decidí acostarme. Un recuerdo tuyo me miraba a los ojos, me prometía que pasaría una noche a mi lado. Me abracé a él y se quedó conmigo. Era el último recuerdo.

3 comentarios:

UnaExcusa dijo...

Recordar. Del latín Re-cordis: volver a pasar por el corazón.

Aunque algunos pasan por el corazón y lo desgarran.

Anónimo dijo...

Llegue aquí de la mano de Kaz, de su blog lleno de inteligencia y sentimiento y me encuentro con una cueva, que aunque llena de recuerdos ajenos a mi, me gusta el calor que desprende y el refugio al que invitan esas letras llenas de nostalgia y algo profundo que no desvirtuaré llamando amor.

Con su permiso seguiré pasando por este lugar que se hace acogedor al compás de sus recuerdos.

marilour

Juan Carlos dijo...

Por supuesto. Mi más calurosa bienvenida. Coge un cojín, acércate a nosotros y siéntante en nuestra caverna a compartir tus sentimientos.
Encantado de conocerte.